lunes, 27 de enero de 2014

Objetivos... ¿te rompen la cabeza y te quitan el sueño?

¡Qué vida tan maravillosa tuve!
Ojalá me hubiera dado cuenta antes.
Collette.

Un día dejaré de alisarme el pelo, no andaré en todo momento en zapatillas de deporte y no comeré lo mismo a diario. Me acordaré del cumpleaños de mis amigos, aprenderé photoshop, no dejaré que mis hijos vean la tele mientras desayunan (o cenan) y leeré finalmente a Shakespeare. Reiré más, pasaré más tiempo divirtiéndome, haré ejercicio tres veces por semana, seré más amable, visitaré una vez al mes un museo y no conduciré con la cabeza en otro lado...

Si has pensado en todos estos objetivos de forma imprecisa, como lo hemos hecho todos, y luego te flagelas porque no te pones a ello, te gustará saber que hay solución. Y no es tan difícil como parece. Basta concretar, como decía el otro día, y tener claro el objetivo y sus beneficios. Pero, además, ésto se puede hacer con facilidad y comodidad...

*****

Una mañana lluviosa de abril de hace unos años, mientras se dirigía al otro lado de su ciudad -Nueva York-,  Gretchen Rubin fué atacada por la pregunta: "¿Qué es lo que quiero de la vida?". Y la respuesta fué tan imprecisa como contundente: "Quiero ser feliz"...

No era infeliz. De hecho, tenía muchas cosas para ser feliz: estaba casada con el amor de su vida, tenía dos hijas preciosas y encantadoras, trabajaba en lo que le gustaba (era escritora y antes había sido abogada), vivía en Nueva York -su ciudad favorita de todo el mundo-. Tenía una relación magnífica con sus padres, hermana y suegros, estrecha de verdad. Gozaba de salud, tenía buenos amigos y no necesitaba teñirse el pelo... Pero nunca había pensado en qué cosas la hacían feliz o en cómo serlo mas.

Pero, ¿es esto todo lo que hay?, se preguntó. Y la respuesta que le llegó fue: "Sí, así es". 

Y decidió que no sería así. ¿Cómo podría aprender a ser más feliz, consciente y consistentemente más feliz?

Mientras el autobús avanzaba hacia su destino, se dijo que tenía que ocuparse de ello. En cuanto tuviera un poco de tiempo libre empezaría un plan de felicidad...

No encontraba el momento, eso era lo malo.

Pero un día cayó en la cuenta de dos cosas: 1) No era tan feliz como podría y debería; y 2) su vida no iba a cambiar a no ser que la cambiara ella.

Recuerdo mi momento "Ajá!" con un encogimiento de estómago. Porque ese momento es lo mejor y lo peor que te puede pasar nunca. Lo mejor, porque es la revelación más importante de tu vida; y lo peor porque una vez que caes en ello ya no hay marcha atrás. Y tienes que ponerte a trabajar en el objetivo: ser feliz (y si no lo haces, eres un poco menos feliz todavía que antes del "¡ajá!", y eso da muchísima lata, como ya os he contado. Requiere mucha investigación, como sabéis).

De todo su magnífico proyecto de felicidad, el descubrimiento más importante de Gretchen Rubin para mi gusto fue la serie de trucos que descubrió para cumplir sus objetivos. Sirven para trabajar con y alcanzar cualquier objetivo, incluidos los de ser feliz o manejar un país con eficacia. Son sencillos y manejables, nada angustiosos y gratis. Y ahí van:

  • Pon por escrito tu objetivo
  • Haz una larga lista de cosas-a-hacer para alcanzar tu objetivo (de este modo te regalas a ti mismo  una sensación de progreso según vas tachando los pasos dados hacia tu objetivo).
  • Divide la tarea principal en tareas menores y más manejables, y comienza por las más fáciles. Si continuamente nos fijamos en las tareas que podemos llevar a cabo, pronto descubriremos qué pocas son las que no podemos hacer.
  • Ponte una fecha límite para cada una de las tareas.
  • No tires la toalla si algo interfiere en esa fecha límite; vuelve a ponerla.
  • Pide consejo y apoyo a la gente que sepas que puede ayudarte en los pasos que estás dando. 
  • Familiarízate con el trabajo de otros, así no tendrás que reinventar el fuego. Pero huye de los que te digan que es imposible, difícil o incluso "algo complicado".
  • A veces ayuda mantener el bastión bajo, de forma que no te preocupe el hecho de cometer errores. Y a veces ayuda mantener el bastión alto, de forma que no tengas excusa para...
  • No dejes que lo perfecto sea enemigo de lo bueno: siempre, siempre es mejor hacer algo de forma imperfecta que no hacer nada a la perfección (de esto ya hemos hablado :-D).
  • Recuerda siempre que un objetivo cumplido, por pequeño que sea, es una de las grandes satisfacciones de la vida. ¡Aunque lo hayas cumplido regular! :-D
  • La perfección es el enemigo; ponle un puente de plata.

Piensa siempre en lo que tienes que hacer como algo sencillo, y se convertirá en sencillo. (Émile Coué)