jueves, 13 de febrero de 2014

El síndrome del Bonsai

Las explosiones de violencia son producto de
nuestra incapacidad de comunicarnos. Es necesario poner énfasis
en la prevención y visibilizar los efectos de la violencia.
Debe enseñarse que  la violencia no es parte de la naturaleza del hombre.
(Angélica Valenzuela, directora de CICAM Guatemala)



En su blog Jardines y Plantas (about.com), el artista puertorriqueño Andrés Fortuño cuenta "su primera vez" con los bonsais:


"Recuerdo la primera vez que compré uno. Lo llevé a casa y lo coloqué en la mesa de centro (en el medio de la sala). Se veía fenomenal. Era la pieza más comentada en todas las visitas. Claro está, mientras se mantuvo con vida.

En realidad no llegó a morir del todo, ya que logré rescatarlo una vez lo saqué al patio. Pero estando dentro de la casa se le notaba a simple vista el decaimiento. Terminó casi sin hojas y visualmente no muy atractivo. Pero una vez comenzó a recibir agua de lluvia, sol y sereno, el pequeño árbol volvió a ser el espectáculo que fue en un principio."


¿Qué es un bonsái?

Según la definición de Bonsai Empire, "la palabra bon-sai es un término japonés que, traducido literalmente, significa “plantado en una maceta”. El objetivo final del arte del Bonsái es crear una representación miniaturizada pero realista de una parte de la naturaleza, concretamente de un árbol. Los bonsáis no son plantas genéticamente enanas, de hecho, casi cualquier especie puede ser usada para formar uno de ellos."

Así que, básicamente, el bonsai es un árbol de crecimiento atrofiado por manipulación externa, ya sea intencionadamente  --por parte del hombre-- o al azar por la propia Naturaleza, explica Andrés Fortuño. 


Es decir, lo que convierte un árbol en bonsai no es el propio árbol o su genética sino su proceso de formación. Si sus semillas caen en un terreno rocoso, por lo general ventoso, donde hay animales que mordisquean continuamente su copa, o el crecimiento de sus raíces y ramas se ve restringido por el terreno y/o el clima, y el el árbol al crecer se adapta a estas condiciones, se crea un bonsái de forma natural. 

O puede impedírsele crecer en toda su gloria con técnicas meticulosas que requieren de una gran paciencia y atención: se le van podando las ramas y raíces con el único fin de manipular su desarrollo natural, se puede decir que a capricho de quien lo cultiva. Pero al mismo tiempo se atienden sus necesidades para mantenerlo con vida: se riega y cuida con esmero, porque el verdadero placer es que crezca bajo el control de tus manos. Y así obtienes 'tu obra'. Es decir, la misma persona que va 'destrozando' la planta es la persona que le permite seguir viviendo.

Según los expertos, los bonsáis crecen mejor en el exterior, y para crear uno hay que escoger el tipo de planta adecuada (aunque prácticamente todos los árboles pueden convertirse en bonsáis). Es conveniente, a la hora de elegir, que sea de crecimiento rápido y que produzca muchas ramas, y ponerlo en el tiesto adecuado: un recipiente ancho y poco profundo --o incluso tipo bandeja--, con agujeros en el fondo para restringir el crecimiento de las raíces. Antes de plantarlo, hay que limpiar las raíces de la tierra antigua, con cuidado y mucha delicadeza para no matarlas. A continuación, se alambran (se amarran con alambre) las raíces y el tronco a los boquetes del tiesto para que no se mueva y quede bien sujeto y erguido. Terminado de alambrar, se le pone la tierra, bien distribuida a todo su alrededor cubriendo el pie del árbol y teniendo cuidado de rellenar los espacios entre las raíces no dejando bolsas de aire. Por último, poda el exceso de ramas dándole la forma que deseas (la más utilizada es la triangular) y ya está listo para exposición. Cubre de agua hasta el pie y déjalo hidratándose unos 15 ó 20 minutos, tiempo en que alcanza su punto perfecto de saturación.

Sácalo al exterior, a un lugar donde reciba sol y aire en abundancia.

Y no te preocupes, da muchísimas satisfacciones. En cuanto vayas aprendiendo su comportamiento y conozcas cuáles son sus necesidades básicas sin matarlo, no podrás esperar para crear otro. 

*****

Comiendo ayer con la psicóloga Encarna Nouvilas, me habló de pasada del síndrome del Bonsai, y al explicarme lo que era de inmediato me pareció un nombre taaaaannn bien puesto... que me dió miedo. 

Es el síndrome que sufren las personas maltratadas psicológicamente a manos de otra concreta, siempre muy cercana (un  padre o una madre maltratados o controladores,  un esposo o una esposa prepotentes, un jefe perfeccionista bien intencionado...), que se dedica sistemáticamente a podar y recortar a su gusto las cualidades de su bonsái en forma de aislamiento de la familia de la víctima, ninguneo, crítica humorística o "cariñosa" en público, actitud supuestamente compasiva a las espaldas de su víctima y otras lindezas por el estilo.

Una de estas formas "compasivas" muy habituales se da en los divorcios, cuando padre o madre bienintencionados le dicen al hijo: Ahora que ya no estaré yo para hacerlo, vela por mamá, la pobre no sabe cuidarse sola; o algo como Papá se va a sentir muy solo, no puedes permitirlo, es un hombre inseguro e indefenso. Con lo que dejan en las espaldas de un hijo -en muchas ocasiones todavía en edad de jugar- con una mochila que no debería portar. ¡Hala, ya han creado otro podador !

Estos jardineros de la especie humana recortan tanto y tanto que, en un no muy largo lapso de tiempo, la víctima acaba por creer que nunca tuvo esas ramas (y lo que es peor: que no existe la posibilidad de que vuelvan a crecer en ella). Pero cuando estos jardineros bienintencionados ven que el pequeño bonsái está moribundo, lo alimentan para revivirlo lo justo: una palmadita en la espalda por algo bien hecho (no demasiado importante, quizás una jugosa tortilla), unas palabras de verdadero cariño, un acto de contricción o una pequeña disculpa (por ejemplo, cansancio por el trabajo: esa es buena y habitual)... Hasta que el arbolito ha revivido un poco y se ha vuelto a confiar, momento en que todo vuelve a su verdadero ser y recibe de nuevo una severa poda "a cruces".

Me contaba Encarna que siempre, siempre este maltrato psicológico tiene su orígen en la educación o el propio maltrato sufrido por el "podador". Que incluso se hace en ocasiones con buena intención (si te lo digo por tu bien), "sin querer". Pero eso a mí no me sirve de excusa, porque todo humano que llega a la edad de crear bonsáis de su propia especie, ha pasado por la edad de pensar con la cabeza en lugar de hacerlo con el trasero.

El supuesto amor con violencia no es amor turbulento y apasionado; es violencia sin más. Y la víctima se ve en la necesidad de defenderse a su mejor entender.

Crear una relación de afecto con el agresor es una estrategia activa de supervivencia de estos pequeños y elegantes arbolitos, ante los riesgos que implicaría tratar de separarse: el incremento de violencia e incluso la muerte. Llega incluso a ser considerado esto, por parte de la víctima, una respuesta normal ante una situación anormal.

La víctima se esfuerza por mantener contento al agresor (aunque nunca termina de conseguirlo, ¡peligro!) volviéndose hipersensible y estando siempre alerta para detectar las necesidades y estados de ánimo del podador. La víctima niega su rabia y crea un vínculo con el lado positivo del agresor, con la esperanza de que la deje vivir... Suena fuerte, ¿eh? Pues existe, y existe en todo tipo de estrato social, y cuanto más alto el nivel social, más refinado y sibilino es el maltrato.

Creo que esto ya lo he dicho, pero no me cansaré de repetirlo. Siempre advertí a mis hijas de que ni el primer grito ni la primera hostia ni la primera humillación son nunca los últimos, y que nadie mejor que ellas pueden saber/juzgar/decidir lo que más les conviene. Nadie. Porque a ninguno nos gusta que nos poden ni nos recorten a su manera, no nos da felicidad y luego puede que sea demasiado tarde... Como para las chinas y japonesas a las que les vendaban los pies y luego quisieron desvendárselos: los tenían podridos y, sin vendas, dolían a rabiar.

Conviene dejar eso bien grabado, aun a riesgo de aburrir a tu público menudo (al que, sin duda, aburrirás).


2 comentarios:

  1. Gracias Rosa, es sencillamente genial! Eres genial! Besos, Julia

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    1. Al contrario que los podadores de bonsais humanos, tú eres una "desajeráh" echando flores.... :-D Gracias a tí, encanto. Besos.

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