lunes, 21 de abril de 2014

La ley de Atracción: ¡Qué emoción! (y II)

Busca siempre el pensamiento que te haga sentir mejor.
Abraham-Hicks


El aparatito con pantalla que llevamos en el coche y al que cariñosamente llamamos "el Tonto" es un buen amigo que nos ayuda a llegar a nuestro destino sin incidencias a lamentar. A pesar de su inocente apariencia "mini-televisiva", nuestro tonto es un potente receptor de señales de satélite (de estrella, estelar; de polo, polar... ¿de satélite, satelitar?). 

Hasta hace unos años, cada vez que salía en coche tenía miedo de perderme y no ser capaz de volver a encontrar nunca más mi casa. Y entonces descubrí el GPS y me compré uno. Nunca más me ha asustado perderme. Es una guía insustituible para los que no salimos de fábrica con el gen de la orientación incorporado (mi caso y el de muchos más), y mis viajes ahora son un placer en vez de un tormento. Además, tardo mucho menos en llegar a cualquier sitio porque no tengo que pararme en cada gasolinera del camino a preguntar si voy bien... :-D

Global Positioning System

El Global Positioning System (lo que de forma habitual denominamos por sus siglas, “el GPS” ) es un sistema de navegación basado en una red de 24 satélites propiedad de y puestos en órbita por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América. Fue creado con fines militares pero en los años 80 el Gobierno norteamericano puso generosamente este sistema a disposición de la población civil del mundo todo. El sistema de posicionamiento global trabaja en cualesquiera condiciones metereológicas, en cualquier lugar del mundo, 24 horas al día, 365 días al año. No hay tasas de suscripción o precio de enganche, mantenimiento de línea ni cargos por desgaste de los satélites. ¡Gracias, USA! :-D

Esta red de 24 satélites dan la vuelta a la Tierra dos veces al día en una órbita precisa y concreta, y transmiten señales de información a nuestro planeta. Los receptores del sistema cogen esta información y la triangulan (sea eso lo que sea) para calcular la localización exacta del usuario (sean los marines USA, los radicales ucranianos pro-rusos o yo) que lleve encima un receptor GPS. Nuestro receptor debe estar sujeto a señales de al menos tres de esos 24 satélites triangulantes para calcular una posición en 2D (latitud y longitud) y rastrear el movimiento. Si tiene la suerte de coger la señal de 4 o más satélites, tu GPS (y el de cualquiera) puede determinar tu posición en 3D (latitud, longitud y altitud) sin necesidad de gafas especiales.

Haciendo corto el cuento largo, un aparato receptor de este sistema de navegación compara la hora a la que fue transmitida la señal por satélite con la hora a la que esa señal llegó a su destino (tu receptor). La diferencia entre una y otra horas le dice al sistema cuán lejos está el satélite en ese momento (eso no nos importa nada, pero es un dato fundamental para que nuestro tonto se ponga a trabajar con eficacia). Y con los cálculos de distancia de algunos satélites más, el receptor de la señal puede determinar la posición del usuario y mostrarla en la pantalla electrónica de nuestro GPS.

Tu receptor de GPS. Tú estás
donde ves la flecha naranja.
Una vez que la posición del usuario ha sido determinada, la unidad GPS que llevas en el coche puede calcular otras informaciones, tales como velocidad, rumbo, ruta, duración del viaje,  distancia a destino, hora de amanecer , de anochecer y más, una vez que le hayamos introducido la dirección exacta de a dónde queremos ir. Y con toda esa información, te llevará a tu destino de forma segura (si le obedeces) sin necesidad de preguntar en cada gasolinera que encuentres.

Tener un GPS es bueno para tus nervios, porque con este sistema sabrás que si quieres ir a Toledo y sigues sus indicaciones llegarás a Toledo con toda seguridad. No cabe preocupación alguna respecto a si acabarás en Córdoba o Guadalajara; si obedeces, puedes disfrutar con tranquilidad del viaje. Y no solo eso: como los cálculos son ininterrumpidos, si te equivocas de salida en la autovía, no importa: tu GPS recalculará otra ruta –la más conveniente- para que vuelvas al camino correcto. Siempre. Hasta que le cambies el punto de destino, machaconamente te indicará cómo ir a Toledo desde donde estés.

*     *     *     *     *

Desde la perspectiva de la Ley de Atracción, nuestras emociones son ese GPS seguro y fiable que nos va diciendo, también momento a momento, en qué punto estamos del camino hacia el “a donde quiero llegar”. Si tus emociones son positivas, estás en el buen camino; si tus emociones son negativas, te has salido de la ruta y tienes que recalcular y volver al camino marcado. No pasa nada, porque tus emociones seguirán diciéndote, machaconamente, que no has cogido el camino correcto y te lo recordará hasta que vuelvas al redil y te sientas bien.

Como seres físicos estamos rodeados de potenciales influencias que, en muchísimas ocasiones, no nos benefician o no coinciden para nada con nuestro propósito. Algunas personas nos dicen, e insisten, en que digamos o hagamos esto o aquéllo pensando que eso será bueno para nosotros. Estamos rodeados de leyes, normas y expectativas impuestas por otros, y todos ellos parecen saber mejor que nosotros mismos cómo deberíamos comportarnos.

Pero, amigo, si nos dejamos conducir por estas influencias externas no nos será posible mantenernos en la ruta adecuada que nos lleve a donde realmente queremos estar.

Debido a ello, a menudo nos alejamos de nuestro camino personal con el afán de complacer a esos otros incontables (padres, cónyuges, hijos, jefes), solo para descubrir que no importa lo mucho que hagamos para lograrlo, nunca conseguimos complacer a todos. Y desde luego no nos complacemos a nosotros mismos ni un poco. Como vamos en tantas direcciones distintas nos extraviamos de nuestro camino en ese proceso de [intentar] complacer a tanto ser querido y bienintencionado. ¿Resultado? Ese destino al que deseábamos llegar y habíamos planificado con tanta ilusión se desdibuja cada vez más y acaba por desaparecer de nuestro horizonte... Mala pata, qué rabia. Sobre todo porque no solemos escarmentar a la primera ni aunque tengamos el tino de caer en algún momento en el hecho de que hemos estado zigzagueando sin ningún sentido (que muchas veces, ni caemos).

Abraham-Hicks nos recuerda, machaconamente, que nuestra felicidad no depende de lo que hagan los otros (¡aunque no te lo puedas creer!) sino de nuestro propio equilibrio vibratorio (o sea, nuestra actitud y decisión con respecto a ese nuestro punto de destino). Y más increíble todavía: la felicidad de los otros tampoco depende de lo que hagamos o digamos nosotros sino de su propio equilibrio vibratorio (¡guauuuuu!). Porque lo que cada uno sentimos en cualquier momento es tan solo nuestra propia mezcla de energías: actitud, grado de decisión y perseverancia, ilusión y convencimiento acerca de a donde queremos ir. Y en este asunto no existe la clonación. Que la Ley de Atracción ya se encarga de que estemos juntos, sí, pero no revueltos.

Nuestras emociones no son ni más ni menos que el reflejo psico-fisiológico de nuestro punto de equilibrio, de esa vibración electromagnética que estamos ofreciendo. Si esas emociones son positivas, la vibración que ofrecemos es similar a la vibración de nuestro deseo y por la ley insobornable de los iguales, ¡pumba!, ambos se atraen, se juntan y se hacen uno materializando ese nuestro deseo. ¿Cuántas veces has deseado algo a lo bestia y no has visto ninguna pega en el camino y se ha cumplido milagrosamente? Eso es porque no metiste duda en la ecuación; no esperabas que nada fuese mal; y la certeza de llegar a Toledo a la hora planeada era absoluta... :-D

En cambio, cuando nuestras emociones respecto a un deseo son negativas o contradictorias (ahora sí, ahora no; seguro que sí, eso es imposible) tenemos un problema. Porque ya sabemos que los polos opuestos no se atraen como suponíamos. En el mejor de los casos, las cosas no cambiarán y te sentirás atascado; en el peor de los casos, las cosas irán de mal a refatal.

Por eso es tan importante (en realidad, esencial) quenos hagamos conscientes de nuestras emociones y confiemos ciegamente en lo que nos están diciendo, ya que son nuestro gps energético. Igual que no discutes con el tonto que llevas en tu coche (bueno, yo a veces lo hago), con nuestra emociones tampoco debemos hacerlo. El método a seguir es el mismo en los dos casos: escucha y haz lo que te dicen.

Ni nuestro GPS electrónico ni nuestro gps emocional nos preguntan jamás que dónde nos habíamos metido ni por qué hemos tardado tanto en llegar; no les interesa. Ambos están interesados únicamente en llevarte a Toledo y se limitarán a señalarte una y otra vez que Toledo está por allí… Son guías insobornables y, como tales, es difícil conversar con ellas si tratamos de cambiar de tema.

La relación pensamiento-sentimiento es de las que se muerden la cola y si no cortamos por lo sano el círculo la cosa queda pensamiento-sentimiento-pensamiento-sentimiento ad infinitum. Un rollo, vamos.

Como es muy difícil controlar al estilo policial cada uno de nuestros pensamientos, si no nos gusta lo que pasa por nuestra cabeza lo mejor que podemos hacer para llegar felizmente a nuestro destino (conseguir lo que deseamos y alcanzar el nivel de felicidad que soñamos) es prestar atención a lo que estamos sintiendo en cada momento. Es mucho más sencillo porque en cuanto tus emociones te digan que no vas en la dirección adecuada podrás, tranquilamente, meter la tercera y buscar la forma de sentirte mejor (maneras simples de ponerte en camino de nuevo: escuchar tu música favorita, dar un paseo, acariciar a tu  perro (o a tu novio), meditar, trabajar en tu jardín o tus macetas, leer algo que te interese de verdad, que tus hijas te lean Manolito Gafotas en voz alta…).

El quid del asunto aquí es apartar tu atención de lo que te está haciendo sentir fatal y enfocarte en algo que con seguridad te hace sentir bien. O, al menos, mejor; el simple alivio de cualquier emoción negativa que estés sintiendo también cuenta como punto energético positivo a la hora de trabajar con la Ley de Atracción.

De la misma forma en que no anestesias tus dedos para desensibilizarlos al calor cuando haces una barbacoa --por si acaso te quemas-- ni pones una pegatina de carita feliz tapando el marcador de gasolina para no ver que estás en reserva, tampoco quieres (o no debes quererlo) enmascarar tus emociones pretendiendo que no estás sintiendo lo que estás sintiendo; eso no cambia tu vibración. Y hacerlo sería como apagar el GPS del coche a medio camino: dejas de saber dónde estás y cómo llegar a donde estabas yendo. Claro que si te gustan las aventuras extremas, puedes taparlo todo y pretender llegar a Toledo a ciegas. Esteeee... ¿¿¿guauuu???

Lo más fácil en estos casos es ser consciente de lo que estás sintiendo (aunque jorobe) y, una vez que sabes dónde estás, hacer lo necesario para recomponer la ruta (en este caso, dirigir tu atención a algo que te haga sentir cada vez mejor).


Todo esto parece pesado y una trabajera sin fin, pero dicen los expertos a la vista de los resultados: cuanto más lo haces, mejor lo haces y más lo quieres hacer. Satisfacción garantizada, emocional y físicamente hablando, pues el sentirte bien crea adicción y mejora de forma drástica tu relación con el entorno en todos los sentidos: tu relación con tu cuerpo, contigo mismo, con tus prójimos, con el gato e incluso con tus hijos adolescentes. ¿Quién no querría eso, por diossss? Y de propina, las cosas empiezan a salir rebien. ;-)

Y ahora una cosa muy chula que he encontrado...

Dice Abraham en su libro The Vortex dictado a Esther Hicks que:

Psique abriendo la puerta
del jardín de Cupido
Desde "arriba", utilizando vuestro lenguaje de tiempo y espacio, se os ve a un lado de una puerta cerrada y del otro lado de la puerta vemos recostadas contra el quicio todas las cosas que siempre habéis deseado, a la espera de que abráis esa puerta. Todas esas cosas están ahí desde el primer día que las pedísteis: vuestros amores, vuestros cuerpos perfectos, vuestros trabajos y vuestras pasiones, todo el dinero que siempre habéis querido tener; cosas grandes y pequeñas, importantes y poco significativas; todo lo que habéis identificado como deseos vuestros están esperando a que abráis la puerta. Y en el momento en que la abráis todas esas cosas fluirán hacia vosotros... Y entonces tendremos que dar un seminario sobre Cómo lidiar con los deseos cumplidos en avalancha.

:-D :-D :-D


lunes, 7 de abril de 2014

La insobornable Ley de Atracción I... Dios los cría y ellos se juntan.

No hay nada que no puedas ser, hacer o tener
Abraham-Hicks, The Vortex

Bueno, bueno.... Me he quedado sorprendida de la cantidad de personas que hay interesadas en "estos temas". Casi nunca me escriben los lectores, creo que esta lectora anónima que me pedía hablar de la Ley de Atracción y similares era la cuarta o la quinta que lo hacía en un año y cinco mil lectores que llevamos con el blog. En esta semana última he recibido, sin embargo, 73 e-mails animándome, de forma directa o indirecta, a ahondar  "un poco más" en este asunto de la felicidad por la vía metafísica. Yo ahondo encantada un poco más en el camino mágico; me ha resultado interesantísimo el punto de vista de metafísicos, herméticos, magos, filósofos acerca de la felicidad que, al fin y al cabo, no es más que perseguir con éxito ese sentimiento de alegría y satisfacción personal que tiene apariencia engañosa de meta pero que en realidad es un camino sin fin. ¿Qué más da el camino que sigamos, si sentimos que es el nuestro? :-D

Y, ahora, vamos a ese camino peculiar...

¿Cómo se entera cierta gente de esos misterios secretísimos que se nos escapan a los comunes? ¿Cómo pueden ellos saber tanto de algo que está oculto -o lo parece- para el resto de los mortales? ¿Y cómo nos lo dan ellos luego a conocer? Y lo más curioso de todo, ¿cómo es posible que no se contradigan ni por equivocación? (y no estoy hablando de los videntes de a 100 euros la hora).

La canalización (channelling) es el proceso por el que un individuo (el "canal" o medium, como también los conocemos) recibe amplia y variada información por parte de energías no físicas (entes) acerca de temas de los que nadie sabe nada y en los que muy pocos creen; es decir, acerca de cuestiones espirituales prácticas, el más allá y la vida después -o antes- de esta vida que todos conocemos (el más acá, lo llamo yo).

Por otro lado, ¿por qué no iba a existir esa comunicación directa entre lo divino y lo humano? Al fin y al cabo, mantenemos conversaciones de tú a tú con nuestro padre terrenal (al menos, la mayoría de nosotros :-D).

Por lo general, estos individuos han sido siempre tomados por charlatanes, sacacuartos que se aprovechan de los pobres humanos incultos y esperanzados. Es cierto que hay charlatanes en este mundo de lo desconocido y lo oculto, lo hermético, como en todas partes. Pero es también cierto que otros canales o médiums han sido y son individuos normales que han dedicado sus vidas a dar a conocer el mensaje que les ha sido revelado por medio de la inspiración consciente directa, la escritura automática, los estados alterados de conciencia, etc., venga el mensaje de donde sea que venga.

Famosos "creyentes" y practicantes sin empacho de estas actividades paranormales o metafísicas fueron Sir Arthur Connan Doyle e Isaac Newton, por ejemplo. Y todos sabemos quién era Edgar Cayce, uno de los pocos psíquicos tomados en serio en su época (y supongo que eso se debía únicamente a que Cayce dignosticaba correctamente y acertaba con el tratamiento médico más adecuado a cada caso que "leía" energéticamente, y eso no lo podía negar nadie).

Pero ¿quién recibe este tipo de información y por qué tú o yo no la recibimos?

Pues, al parecer, no tiene nada que ver con ser muy religioso o espiritual o dedicarte a tiempo completo a la vida contemplativa, haber estudiado metafísica o haber jugueteado con la Ouija. Te toca, y te toca. Aunque sin duda tendrá una causa concreta, no la sabemos con certeza pero lo que tienen todos ellos en común, por lo que he leído en sus historiales, es que son de carácter relajado, o están muy desesperados, no están apegados a creencias inalterables y no se consideran dueños absolutos de la verdad ni mucho menos; casi todos ellos están con frecuencia --mientras se dedican a sus quehaceres habituales-- en ese estado de nervios aplacados, envidiable, en el que el resto de los humanos entramos muy de vez en cuando y permanecemos menos y nada. Una especie de "todo es posible, ¿por qué no?" andantes.

El libro Un Curso de Milagros fué "dictado" a la doctora Helen Schucman entre los años 1965 y 1972 por una voz interior que ella identificó como la de Jesucristo. No era cristiana. Psicóloga e investigadora clínica, y catedrática de psicología médica en la Universidad de Columbia (Nueva York), esta científica de religión judía escribió este libro junto a su colega de profesión William Thetford. Su identidad como "autora" física del libro no se dió a conocer hasta después de su muerte en 1981.

El Material de Seth fué "recibido" por la autora norteamericana Jane Roberts durante innumerables sesiones diarias  en estado de trance (entre 1963 y 1973), sentada en su mecedora favorita. Poeta (me suena fatal poetisa), novelista, psíquica e investigadora, Jane Roberts fué una de las figuras más representativas de todo el mundo en temas de actividad paranormal (fué a través de ella que a Richard Bach se le indicó que escribiera Juan Salvador Gaviota, idea que, al ocurrírsele por primera vez, a Bach le pareció una auténtica locura). Mientras una energía llamada Seth hablaba a través de ella --y con ella-- su esposo, el artista comercial Robert F. Butts, tomaba notas a mano que luego mecanografiaba, clasificaba y archivaba hasta su publicación. La biblioteca de la Universidad de Yale guarda manuscritos, diarios, poemas y refelexiones de la autora bajo el nombre genérico de Jane Roberts Papers.

Neal Donald Walsh le escribió una carta a Dios con un montón de preguntas acerca de todo lo que no sabía ni entendía y elevando innumerables quejas de todo lo que le parecía injusto o malvado. Para su sorpresa (y la nuestra), Dios le contestó punto por punto... por escrito. Su experiencia está recogida en el libro Conversaciones con Dios.

Las enseñanzas de Abraham son más actuales; de hecho, están ocurriendo ahora mismo todavía, y desde hace más de tres décadas. En sus seminarios mensuales que da por todo Estados Unidos cada año, Esther Hicks "traduce" a palabras en vivo y en directo (y por escrito en forma de libros) estas enseñanzas, que recibe en forma de bloques de información en su mente por parte de un grupo de personalidades no físicas llamado "Abraham". Hablan en primera persona del plural, tienen un gran sentido del humor y demuestran una gran sabiduría práctica sin incoherencias. Ha sido un auténtico descubrimiento y, sea o no sea verdad (¿y por qué no lo va a ser?), es un auténtico placer leer lo que tienen que decir. Abraham-Hicks, como Esther Hicks denomina esta "asociación" de trabajo, ha sido el mayor precursor de la famosa Ley de Atracción. Un "hijo" de esta asociación y su puesta en práctica es El Secreto, libro y DVD que dieron la vuelta al mundo hace unos años convirtiéndose en un bestseller sin parangón -eso sí, en las estanterías de Autoayuda, no en las de Filosofía  :-D.

Todas estas disciplinas "mágicas" o enseñanzas canalizadas, o como queramos llamarlas, existen sin excepción en función de la existencia de un ser supremo. Unos lo llaman Dios, otros lo llaman Fuente, otros Ser Superior, otros Energía Vital... Pero para todos ellos es un Ser omnipotente y benévolo, inteligencia y consciencia puras, creador del universo entero... y de las leyes inmutables que lo rigen.

Y todas ellas, también, abogan por nuestro valor intrínseco (pensemos nosotros lo que pensemos, poseemos un valor incalculable para el Universo), la alegría de crear nuestra propia vida y, así, expandirnos (una vez se nos pase el susto de semejante responsabilidad, supongo), nuestra pertenencia a Todo-Lo-Que-Es y nuestra esencia divina: somos genéticamente hijos de Dios y legal y prácticamente herederos de su Reino. Ains, como diría mi amiga Rakel.

*     *     *     *

Es muy difícil resumir todo lo que hay a disposición del público común sobre la Ley de Atracción, pero he intentado hacerlo de todos modos y creo que no me he comido nada de lo importante de lo mucho que me he leído -y disfrutado- estos días acerca del tema. Es un tema apasionante de verdad, y me encantaría que fuera cierto. Se arreglarían todos los problemas de mundo, especialmente del mío que es, al fin y al cabo, el que más me importa... :-D


De todas las que he leído, releído y revisado, la explicación de esta teoría que más me ha gustado ha sido la que nos ofrece Abraham-Hicks; y no porque digan cosas distintas a otras explicaciones de esta ley insobornable, sino porque lo dicen de otra manera. Ágil, en forma de conversación la mayoría de las veces, con un sentido del humor entre inglés y español, leerlos es mucho más fácil que leer a cualquier otro (algunos de esos otros son más formales en su manera de "hablar" y un poco pomposos, lo que hace de su lectura algo más denso y pesado -en el sentido de "ladrillo"- aunque también interesantísimo).

En contra del pensamiento popular "los polos opuestos se atraen", resulta que quien llevaba razón era el refrán español que habla de cría y juntamientos...

La Ley de Atracción es el alfa y el omega de todo lo que ocurre en cualquier rincón de la creación. Esta ley universal que todo lo maneja y dispone, es clara y muy escueta:


Todo aquello que es similar se atrae.
Aunque esto puede parecer
una declaración muy simple, define
la más poderosa de las Leyes del Universo,
una Ley que afecta a todas las cosas
en todo momento.
Nada existe que no sea afectado por esta Ley.

Y de ésta, al parecer, se derivan otras dos: 
  • La llamada de la Creación Deliberada, que dice: todo aquello que pienso, creo o espero, ES. En pocas palabras: obtenemos lo que pensamos, sea algo deseado o no. La aplicación deliberada del pensamiento es de lo que realmente se trata esta ley, porque al parecer si no entendemos estas leyes y las aplicamos deliberadamente, entonces podríamos estar creando de forma inconsciente, y... ¿quién quiere que su vida esté fuera de su control? Yo no, desde luego. Aunque veo que eso es lo que hacemos casi todos de forma casi constante; pensamiento esperanzado por aquí, pensamiento negativo por allá, otro pensamiento de no me lo creo pero sería genial que... Que nos falta perseverancia  y consistencia en nuestros deseos, vaya.
  • La llamada ley del Arte de Permitir, que dice: soy lo que soy y estoy dispuesto a permitir que los demás sean lo que son. Ayyyyy, que muy poquitos de nosotros estamos dispuestos a permitir eso... Según estas leyes, cuando estamos dispuestos a permitir que los demás sean como son --incluso si los otros no permiten que seamos lo que somos nosotros-- nos convertimos en "permitidores". Aunque dice Abraham que es poco probable que alcancemos este punto hasta que no lleguemos a comprender cómo obtenemos lo que llega a nuestras vidas. Solamente cuando comprendamos que ninguna persona o circunstancia puede ser parte de nuestra experiencia a menos que la invitemos a ello --mediante nuestros pensamientos o prestándole la suficiente atención-- , y solo entonces, nos convertiremos en el permitidor que deseábamos ser cuando vinimos aquí.

Comprender y aplicar estas poderosas leyes universales de forma deliberada nos guiaría hacia la libertad gozosa de ser capaces de crear nuestras propias vidas exactamnete como las deseamos. Una vez que comprendiéramos que invitamos a todas las personas, circunstancias y eventos de nuestras vidas a través de nuestros pensamientos, comenzaríamosa llevar la vida que habríamos decidido llevar cuando tomamos la decisión de manifestarnos en este cuerpo físico. Una vida, en última instancia, de libertad sin paralelo y alegría infinita y sostenida.

Y a partir de ahí, empieza la feria (muy sorprendente e interesantísima, por cierto).

El libro de Abraham-Hicks da explicaciones prácticas a casi cualquier pregunta que se te ocurre formular después de enterarte de todo lo de arriba (y te surgen muchas, ya verás).

En primer lugar, establece que somos seres vibratorios; es decir, nuestra base, nuestra estructura real esencial es energía electromagnética pura, y eso ya lo ha demostrado la física cuántica. Somos imanes, en pocas palabras. Y siguiendo la línea de la Ley de Atracción, nada aparece porque sí en nuestra vida. Lo atraemos todo, sin excepciones, ya que esta Ley está respondiendo a los pensamientos que tenemos a cada instante. Así que es correcto decir que nosotros creamos nuestra propia realidad. Que ya lo dice la Biblia: "Sois como dioses" (no recuerdo libro concreto, capítulo ni versículo).

La imaginación y las emociones son las formas de energía creativa más poderosas que poseemos como criaturas físicas. Cualquier emoción fuerte ("buena" o "mala") lleva consigo mucha más energía que la necesaria, por ejemplo, para enviar un cohete a la luna (¡qué bestiada! Con esto me he quedado sin palabras porque me lo he creído al pie de la letra, desde luego, que soy muy literal). En resumen: no hay nada en nuestra experiencia exterior que no se haya originado en nuestro interior [con esto queda eliminada de la ecuación toda posibilidad de echarle la culpa a otro de nuestra mala suerte en cualquier circunstancia :-(].

Y digo yo: ¿en qué momento se manifiestan todas esas creaciones deseadas e indeseadas? ¿Dentro de media hora, un mes, diez años...?

Por fortuna, en nuestra realidad física de tiempo y espacio (conceptos inexistentes en otros planos) las cosas no se manifiestan en nuestra experiencia de forma instantánea, sino que hay un lapso de tiempo entre que comenzamos a pensar en algo y el momento en que aparece en nuestra vida (por suerte; aunque siempre lo quiero todo ya, después de haber leído tanto sobre la Ley de Atracción, y pensando en todas las posibilidades, casi que me siento agradecida por ese intermedio :-D).

Ese lapso de tiempo nos da la oportunidad de redirigir nuestra atención más y más hacia las cosas que en verdad deseamos que se manifiesten en nuestra experiencia. Y en cuanto pensamos en ellas, mucho antes de que se manifiesten, podemos saber si eso que supuestamente deseamos es algo que realmente deseamos o no por la manera en que nos sentimos cuando pensamos en ello. Si seguimos prestándole atención a ese asunto, ya sea algo que deseamos o no deseamos, se manifestará en nuestra vida. Así que, ojito con los pensamientos repetitivos. Obtenemos siempre la esencia de lo que pensamos, ya sea algo que deseemos o no.

¿Y cómo es eso posible? Si no lo quiero porque lo odio y no hago más que tacharlo de mi lista y criticarlo y ponerlo verde porque no es perfecto y no lo quiero no lo quiero... ¿Cómo es que se me viene encima?

Esta es otra pregunta interesante con respuesta impactante:

Resulta que en el Universo no existe el NO. Tampoco existe en nuestra mente inconsciente, ni en la mente universal ni en el inconsciente colectivo. No existe el NO más que en nuestra cabeza machacona empeñada en controlar sin saber hacerlo.

El Universo y todo lo que contiene es de naturaleza expansiva e inclusiva y no rechaza nada. Si tú estás pensando con rencor, por ejemplo: "No me gusta mi casa no me gusta mi casa no me gusta mi casa", tu inconsciente, siguiendo la Ley de atracción y otras leyes del universo, dejará la frase así: "No me gusta mi casa no me gusta mi casa no me gusta mi casa", y puedes estar seguro de que tendrás esa casa para rato. El asunto importante, pues, no es aquí que te guste o no tu casa, sino que no haces más que pensar en tu casa, sea cual sea el sentimiento que ésta te provoque (en este caso incómodo) y el universo te da más de lo mismo y oye a su manera (que es la que cuenta, por otra parte).

Por lo que he entendido de la Ley de Atracción, sería mucho más productivo para nosotros pensar, o intentar hacerlo, de forma algo menos ¿rencorosa, violenta? respecto a esa casa. Algo así como "Agradezco tener una casa pero me encantaría cambiar la cocina. ¡Sería tan cómodo tener algo más de espacio para amasar! Quitaría los armarios de la derecha y pondría una buena encimera con estantes debajo; una encimera de mármol para que cuando amase hojaldre éste se mantuviera fresco y elástico. Sería tan fácil hacer unas buenas palmeritas en un mármol blanco... Ains, qué maravilla, una encimera de mármol. Y ya que estoy, también cambiaría el gas por vitrocerámica; o mejor, por inducción, mucho más seguro para los niños cuando entran a enseñarme sus dibujos... ¡Qué maravilla de cocina! Me encanta cocinar, la verdad...". Perseverando en esa idea y recreándote el tiempo suficiente en ella, entonces es seguro que conseguirás esa cocina... dentro de esa otra casa nueva que sí te gustaría (incluída esa maravillosa encimera de mármol para las palmeritas de hojaldre). El trabajo real que tenemos que hacer es mental, no físico. Es lo que me ha parecido entender, y creo que he entendido bien.

Porque sea lo que sea que estemos proyectando, sin importar la fuente del estímulo de ese pensamiento, en cuanto lo consideramos un poco en serio (al parecer, enfocarte en un pensamiento concreto durante 17 segundos es suficiente para desencadenar la ley de atracción), la Ley insobornable entra en acción y comienza a ofrecernos otros pensamientos, conversaciones y experiencias de naturaleza superior. Creo que vale la pena intentar elegir deliberadamente en qué pensamos y a qué le damos nuestra energía. Por si acaso...

Hay otros dos asuntos importantes en cuanto al tema este de la Ley de Atracción, y ambas se refieren a nuestras emociones: qué son y qué nos dicen, y cómo las manejamos. Así que, esto continuará...

Mientras tanto... ¡piensa, piensa!

*    *     *    *    *


Pequeño resumen de este asunto de la Ley de Atracción: ¿Nuestra mejor herramienta para diseñar nuestra vida? Nuestros pensamientos;  enfocados en lo que deseamos, sin distracciones ni dudas, la Ley de Atracción nos obedece. Al igual que un arquitecto diseña los planos antes de construir un edificio, nosotros tenemos que diseñar mentalmente y con claridad las experiencias que deseamos tener antes de que se manifiesten en nuestra vida en todo su esplendor. En menos palabras aún: Ocúpate de tus asuntos y deja que los otros se ocupen de los suyos. (Si es que todos dicen lo mismo.)



Y un pequeño ejercicio muy práctico: ¿Cómo dirigir nuestros pensamientos deliberadamente hacia lo que deseamos si no tenemos ese hábito? Muy sencillo: cada vez que te "pilles" pensando en lo que no te gusta, no quieres o temes que ocurra, ¡date el alto! Y di (si es necesario, en voz alta): Ya sé lo que no quiero. Lo que realmente quiero es.... (y rellenas el hueco con lo contrario de lo que estabas pensando). ¡Funciona para dejar de pensar en lo que no quieres! :-D