sábado, 30 de agosto de 2014

Las 18 trampas que pueden minar tu autoconfianza amargándote la vida

Cualquier cosa que valga la pena tener merece que se trabaje, incansable, por ella.
Andrew Carnegie, fundador de U.S. Steel Company

¿Sabías que el 93% de los mensajes reconocibles que enviamos a otros lo hacemos mediante la comunicación no verbal.
Albert Mehrabiant, autor de Silent Messages, dirigió diversos estudios sobre la comunicación no verbal. Descubrió que únicamente el 7% de cualquier mensaje hablado se transmite en palabras, el 38% a través de elementos vocales específicos (ruiditos, toses, exclamaciones, etc.) y el 55% mediante elementos no verbales (expresiones faciales, gestos, posturas, etc.). Si quitamos el 7% del mensaje transmitido a través de la palabra nos queda un 93% que hemos transmitido de otras formas no habladas...

Te has sentido alguna vez como pez fuera del agua coleteando furiosamente o quieto como un muerto, incapaz de acercarte al lugar donde quieres ir o de salir de donde estás? Tus objetivos y sueños no parecen al alcance de la mano y no estás seguro de dónde o cuándo perdiste la pista del camino... 
Crees que estás haciéndolo lo mejor posible rompiéndote el espinazo pero ese ascenso nunca se materializa. Estás más que contento con cómo discurrió tu cita del viernes pasado, creías que todo fué genial pero ella no responde a tus llamadas. Trabajas duro en una nueva idea empresarial invirtiendo una cantidad importante de tiempo, esfuerzo y energía pero por alguna razón no termina de cuajar...
Así que te pillas pensando “¿qué hay de malo en mí? ¿en qué me equivoqué? ¿no soy lo sufientemente bueno? ¿no soy lo suficientemente listo?".·
En otras ocasiones sabes que no estás en tu momento álgido pero das lo mejor de ti con la intención de cubrir los agujeros negros. Pones buena cara y esperas que nadie se dé cuenta del terror y las dudas que te asaltan.
Pero, en realidad, puede que si no has enfrentado ese terror y esas dudas y has decidido de verdad dejarlas de lado estés aún enviando señales de inseguridad a gente que puede tener algún poder de decisión a la hora de cooperar a que esos tus objetivos o sueños se hagan realidad.
Tu comportamiento, tus pensamientos y sentimientos se traducen en expresiones y señales visibles de la inseguridad que estás sintiendo en ese momento... y que los otros perciben con claridad aunque sea de forma inconsciente. No importa cuán inteligente seas o cuán ingeniosas sean tus ideas de negocio, ese chivato incontestable que es el lenguaje no verbal puede que haya sido la auténtica razón de que no hayas alcanzado el éxito en algunas de las áreas de la vida que te parecen tan esquivas.
Si vas a actuar con confianza (la sientas o no en un momento determinado) debes primero entender qué comportamientos transmiten la idea de inseguridad y poca confianza en ti mismo. Estas son algunas maneras —entre las más habituales— con las que podrías estar enviando señales que no quieres enviar:
  1. Utilizar lenguaje corporal débil: cruzar los brazos, no sonreír, mirar al suelo y/o no hacer contacto visual.
  2. Evitar la interacción con personas nuevas: siendo incapaz de iniciar nuevas conexiones o acercarte a alguien te quieres o te interesa conocer.
  3. Comunicación verbal débil: hablar en voz muy baja, terminar las frases con preguntas o sonar realmente nervioso.
  4. Vacilar al hablar en público: tanto si es en una reunión de trabajo, un encuentro social o ante una audiencia pública.
  5. Temor a probar cosas nuevas o aceptar retos: dificultad real en actuar fuera de tu zona de confort o sentirte ligeramente incómoda aun sabiendo que eso mejorará tu vida en cualquier sentido.
  6. Titubear al pedir lo que quieres o necesitas: incapacidad de expresar tus deseos con seguridad porque no te sientas merecedor de alcanzarlos.
  7. No confiar en tu propio juicio: sentir que tu capacidad de resolver problemas, tomar decisiones, iniciar ideas o actuar de forma asertiva está en entredicho o no suena tan bien como la de tus compañeros.
  8. Indecisión crónica: no confiar en tu propio juiicio lo suficienete como para comenzar a averiguar qué es lo que quieres.
  9. Dejar que otros tomen las decisiones por tí: dejar que las opiniones de otros dicten tu día a día y tu camino.
  10. Fantasear acerca de no ser lo suficientemente exitoso: sentirte intimidado cuando estás cerca de personas consideradas más exitosas o que han logrado más cosas que tú.
  11. Sentimientos de celos o resentimiento hacia las personas consideradas exitosas: proyectar tus inseguridades y anhelos con comportamientos y sentimientos negativos hacia otros.
  12. Necesidad de constante validación externa: no solo en relaciones personales sino también validación por parte de jefes, compañeros de trabajo, profesores, clientes y colegas.
  13. Miedo al rechazo: preocupación constante acerca de que otros te eviten, te ofendan o te hieran a propósito.
  14. Preocupación extrema acerca de cómo te perciben otras personas: sentirte dolorosamente tímida e incómoda acerca de tu inteligencia y/o tu apariencia.
  15. Autosabotaje consciente: crear situaciones que hacen imposible tener éxito de forma que siempre tengas una excusa para fallar o compadecerte.
  16. Estar exageradamente enfocado en tu apariencia física y en tus defectos físicos: necesidad constante de comprobar tu aspecto, compararte con otros, u obsesionarte acerca de partes de tu físico en detrimento de todo lo demás.
  17. No establecer límites con otras personas: permitir a otros que se aprovechen de ti sencillamente porque no te sientes capaz de decir “no”.
  18. Ser exageradamente servicial o complaciente: ignorando completamente tus propios valores, necesidades o deseos solo para ganarte el afecto o la aprobación de otros.
¿Puedes observar en ti mismo algunos o muchos comportamientos de estos? Si es así, quizás estés enviando señales a aquellos de tu alrededor comunicándoles de forma inconsciente que no mereces su atención o respeto, o que no eres capaz de hacerte cargo de cualquiera que sea la situación que tienes entre manos. Y si tú no muestras confianza en ti misma ante los que te rodean ellos no podrán tener mucha confianza en ti. Y todavía peor: cuando esa otra gente muestra una falta de confianza en ti esto te hará sentir aún más insegura acerca de ti misma.
Pero tranquilo, es más habitual de lo que creemos, solo que ellos saben recomponerse y mostrarse confiados porque conocen y han puesto en práctica los siete pasos necesarios para recuperar o incrementar su autoconfianza (¡y posiblemente tú también hayas dado ya alguno de estos pasos!) que la semana que viene volveré a traer a tu memoria.
Mientras tanto recuerda que eres más grande de lo que crees ahora mismo, más valioso de lo que puedas imaginar e infinitamente más capaz de lo que te permites a ti mismo creer. Y en el fondo sabes que no estoy exagerando ni esto.


¡Feliz fin de vacaciones y felicísimo regreso a casa!

domingo, 17 de agosto de 2014

La fórmula de la felicidad (I)


Dar el paso puede que no traiga la felicidad; no hacer nada al respecto no la traerá.
William James



Nivel mínimo de alegría requerido
He descubierto, a lo largo del tiempo y con algo de esfuerzo, algunas verdades absolutas que me ayudan a no perder pie en esto de la búsqueda de mi felicidad y que me empujan a actuar cuando mi alegría está por debajo del nivel mínimo que requiero.

Quizás algunas de ellas también te sirvan a ti:

  • La vida no trata de sentarse a esperar que pase la tormenta; de lo que trata la vida es de aprender a salir ahí fuera a pesar de ella esperando que el agua de mejores peras y más flores. La felicidad no es la ausencia de problemas sino la habilidad para manejar los que se me presenten. Hubiera podido disfrutar de muchos más maravillosos momentos si no hubiera permitido que mi mente se dedicara con tantísima energía a luchar con mis dudas.
  • Nunca permitiré que un mal día me haga sentir que tengo una mala vida. Un día es un día y una vida es algo mucho más serio... y más largo.
  • El resentimiento es una pérdida de tiempo de felicidad. Si lo permito, mi pasado puede robarme el presente. Puedo pasarme días, semanas, meses y años sentada a solas en un cuarto oscuro analizando una y otra vez algo que ocurrió hace años tratando de hacer encajar las piezas, intentando justificar qué podría o debería haber ocurrido en lugar de lo que ocurrió. O puedo levantarme dejando todas las piezas desparramadas en el suelo y salir a tomar el sol. Esto último es lo más sensato.
  • Hay alguien por ahí, posiblemente muy cerca, que es feliz con muchísimo menos de lo que yo tengo.
  • Siempre tengo libertad absoluta para hacer algo que me haga sentir mejor: puedo cocinar, leer, saltar, jugar al Candy Crush, escuchar a mi Elvis, o pintar. O puedo seguir sintiéndome un trapo. 
  • Si no te gusta algo, cámbialo; si no puedes cambiarlo, tíralo; si no puedes tirarlo, cambia la forma en que piensas acerca de ello. (Esta es la que más me cuesta; debe ser porque no es mía, pero es muy sensata, así que la adopté).
  • A veces necesito hacerlo solo lo mejor que pueda y dejar la perfección para otro momento. No siempre puedo ser tan dura conmigo misma; hacer lo mejor que puedo con lo que tengo en ese instante es suficiente.
  • Por el hecho de que no haya durado toda la vida no signfica que no haya valido la pena.
  • Hablar más de mis bienes que de mis males aleja a estos últimos a la velocidad del rayo. "No muere el hombre por lo que entra en su boca sino por lo que de su boca sale. Porque lo que de su boca sale de su corazón procede". Ahí queda eso (tampoco es mía).
  • Algunas personas y algunas cosas no estarán en mi vida para siempre. Hay cosas que no quiero perder a las que puede que tenga que renunciar; hay personas sin las que creía no poder vivir y que tuve que dejar marchar. Y aquí estoy, viva y coleando. Es posible que haya circunstancias y personas que llegaron a mi vida solo para hacerme más fuerte y aprender a pasar página sin perder por ello mi felicidad básica. Y mucho menos la vida.
  • Cuando tengo mejor aspecto es cuando sonrío. No hay belleza más esplendorosa que la que sale de dentro.
  • Cuanto más confío en mis propias decisiones menos necesito que otros lo hagan.


Y mi favorita absoluta:

Una actitud negativa es como una rueda pinchada; no llegaré muy lejos hasta que no la cambie. :-D

Por cierto, hace unos meses una amiga que se considera muy infeliz y de la que yo pienso que tiene una vida estupenda, me lanzó un reto: Pero ¿la felicidad no debería tener una fórmula matemática como todo? Como que sumar dos y dos dan cuatro o algo así...

Después de darle muchas vueltas a ese guante lanzado a mi amor propio, creo que la saqué:

Actitud + Intención + Confianza = Felicidad

El próximo día la explico con pelos y señales...

domingo, 3 de agosto de 2014

Prometeo Liberado



̶¡Oh éter divino, y vientos de alas rápidas, y fuentes de los ríos,
y sonrisa innumerable de las olas marinas,
y Tierra madre universal, y círculo omnividente del Sol;
yo os invoco: ved lo que, siendo dios, sufro de los dioses!
(Esquilo, Prometeo encadenado).


Mientras pongo a (¿en?) remojo con agua y aceite los tallarines de arroz para hacer un pad thai, pienso en lo que estoy leyendo ahora: Prometeo liberado, poema épico de Percy Shelley (el marido de la autora de Frankenstein) y oficialmente su obra maestra. Me está costando, eh? Edipo me resultaba más ligerito de leer...

En su obra, Shelley le da la réplica a Edipo (¡qué valiente mi Percy, por eso supongo que fue tan grande!) y a su Prometeo encadenado.

Según la obra de Edipo y la mitología griega clásica, el joven Zeus acaba de hacerse con el monte Olimpo (no sabría definir con exactitud el “acaba” en este caso) ̶ y, por consiguiente, con el mundo entero ̶ , sobre el que reinará con dureza y dicen que justicia. En un momento dado, Prometeo, también dios, rebelde, nieto del cielo y la tierra (Urano y Gea) y perteneciente a la raza de los Titanes, roba el fuego de Zeus y se lo devuelve a los humanos (a los que Zeus había robado antes).

Prometeo había creado al humano no hacía mucho tiempo (sigo sin saber definir exactamente los términos de tiempo y espacio en el mito) a base de arcilla y agua y había amado su creación hasta el punto de concederle, entre otros dones, esperanza inquebrantable y voluntad libre. Zeus no hace esperar su respuesta: envía a su hijo Hefesto acompañado de Fuerza y Violencia a encadenar a Prometeo a una montaña rocosa y escarpada situada en los confines del mundo (ahora llamados Cáucaso), un desierto jamás hollado (¿de hoyo, holla o huella?). A su pesar, Hefesto, también simpatizante de los hombres, no se atreve a contradecir a su padre (por si aca) y amarra al malhechor a la roca señalada “con grilletes irrompibles y vínculos de acero”, donde día tras día, en perpetuo lamento, Prometeo soportará que cada mañana un águila le coma el hígado. Y esto es posible porque su hígado, cada noche, se regenerará para el águila por expreso deseo de Zeus de fastidiar a nuestro titán. Hasta mucho tiempo después no nacerá su libertador: Heracle, al que hoy conocemos mejor por su nombre artístico: Hércules. Andaaaaaa... que luego digo yo que mi padre es retorcido.

Suena mi móvil. Veo que es mi amiga Marina.

De momento me quedo paralizada, sin saber qué hacer. ¿Cojo el teléfono con las manos pringadas de agua y aceite o dejo pasar la oportunidad de una buena charla? Mientras intento decidir, me entra un mensaje de Marina. Me comunica que deja las sesiones con su casi nueva coach.

Me seco las manos y la llamo.

―En seis sesiones he terminado siendo yo su coach. Casi.

―¿Cómo is dát pósibol? El mundo al revés...

No sé cómo puede degenerar una situación de esa manera, dándose la vuelta completamente. Pero ha ocurrido. Y, por lo que sé del asunto, eso le ha costado a Marina una pasta.

[Marina y yo tenemos un problema; o mejor dicho, dos: 1) somos "maricursos"  [hacemos cursos de todo, todo nos provoca curiosidad y todo lo queremos aprender]; y 2) raramente pasamos a la acción para aprovechar lo aprendido porque somos ¿perezosas? Nos sabemos las teorías de memoria; vamos, que sacaríamos un diez en infinidad de asignaturas la mar de prácticas como striptease, escritura creativa, hacer collares de cuentas, relajación y meditación oriental, occidental y de la Tierra Media, crecimiento personal y bricolage creativo (sea eso lo que sea), pulido profesional de cristales o antropología filosófica. No tenemos problema en tirar el dinero que no tenemos aprendiendo cosas que jamás haremos una vez terminado el curso.]

―Pues va y me dice que, a pesar de ser muy tímida (yo, claro), le digo cosas que la dejan fatal. Que libero a veces una energía que le afecta mucho. Especialmente cuando dice algo que a mí no me gusta... La verdad es que ahí estuvo lista porque me pasaba la mitad del tiempo pensando qué hago aquí diosmiodemivida. Juas.

―¡Ja! ¡Pero qué fuerteeeeee! 

―Bueno, ya sabes que dicen que se enseña lo que se necesita aprender...

―Pues tu coach lleva un ritmo de aprendizaje que madre mía... ¡Menuda lista! ¿De dónde sacaste esa joya?

Me dice una dirección internáutica. Me meto a curiosear mientras ella sigue contándome.

―Me la recomendaron. Me metí en su web ―que engaña― y vi que ofrecía todo lo que yo buscaba. Y en vez de eso me encontré en el patio del colegio echándole la culpa a mi infancia de mi falta de acción. Ja, ja, ja.

―Bueno, al menos no le ha echado la culpa de todo a tu madre, instándote a echarla de tu vida cinco minutos antes de que se muera. Por que eso sí que te deja con un cuerpojota inarreglable de verdad... ¡Qué fuerte!

―Siiiiii, aquí todos tenían la culpa: el patio, la monja, mi padre... Hasta la silla de mi pupitre.

―Madredediosssssss... ¿Y dónde se habrá sacado el título de coach para que no la hayan enseñado a cubrirse con la famosa “distancia terapéutica”?

―No, si no tiene el título. Ella presume de que no estudió nada, se leyó en un pis-pas el ser feliz en diez minutos y ya tiene un montón de clientes ilusos...Entre ellos yo.

―¿Me estás hablando en serio? ¡¡¡Pero si hay cursos de solo tres meses y te dan el título!!! ¿Y no tiene ninguno?

―Que no, que me lo dijo ella. Es boba, ademas. Me lo suelta a mí, que me gusta un curso más que a un tonto un lápiz. Y me lo dice como quien no quiere la cosa, en bajito, como si yo en vez de su clienta fuera su amiga a la que le suelta una pesada confidencia que no la deja dormir...

―No me lo puedo creer, Marina. Pero, desde luego, la tonta es ella, por no haber calculado que la consecuencia inmediata de su confesión sería que salieras corriendo de su vida...

―Sí, y encima ahora me siento culpable... Ains.

―¿Culpable? ―uy, esto es nuevo; rabiosa actualidad para mí.

―Sí, culpable; por haberla hecho sentir aplastada con las energías que despliego cuando no me gusta algo de lo que me dice.

―Pero...

―Mujer, si yo pienso mal de ti y tú me lo descubres y me dices que te he echado para atrás con mi negatividad, pues... Tengo mi corassssonsssito...

Me quedo sin habla.

No sé cómo puede degenerar una situación de esa manera, dándose la vuelta del revés completamente. Pero ha ocurrido. Y eso le ha costado a Marina una pasta. Intento consolarla.

―Como decía mi abuela Blasa acerca de la culpa: “¿Pecado? Pecado es robar y matar... y no siempre”. Esa mujer sí que era sensata, jamía...

―Pues sí, eso sí que es un buen consejo de coach; si es que, hija, es una tontuna pagar por esto con la cantidad de gente sensata que hay por el mundo de la que se puede aprender.

―Pensar que alguien lo está haciendo fatal contigo está bien, especialmente si es un hecho. ¿Cómo hubieras descubierto si no que te estabas gastando una pasta para nada?

―Ahí le has dado, cierto; tienes razón.

―Oyesssss... ¿Y por qué no usas tu corassssonsssito para ti antes que usarlo para otros, eh? Piensa en la posibilidad de hacerlo, anda.

―Ja, ja, ja. Tienes toda la razón. ¡Si cuatro charlas contigo me aclaran más que seis sesiones con la petarda esa! Tienes que hacerte coach. A tí se te daría que te c...., que lo sé yo.

―Vale, a la vuelta de verano nos hacemos el curso juntas. Tú también; por tu economía y eso...

―Yo no serviría para eso. Soy muy de ciencias. A mí lo no empírico...

―Que sí, ya verás. Por cierto, ¿has visto la chulada que ha puesto María Renée en su muro? ―le pregunto con tiento―. “El coraje es un amorío con lo desconocido”...

―No, no lo había visto; ja ja ja, ¡está genial! ―no entra al trapo.

―Bueno, pues a la vuelta nos hacemos otro cursito juntas. Esta vez el de coach, que nos va a venir fenomenal, ya verás...

―Vaaaaaaaaleeee.

¿Será que a Marina no le van los amoríos con lo desconocido si no los conoce antes muy bien? A mí es que esos amoríos me encantan, y no me puedo creer que a alguien no le gusten tanto como a mí. De cualquier manera, ya se ha liberado de su roca (pereza) y del águila que le comía los higadillos a cambio de un dineral (su coach intitulada). Hay gente que es así de rápida en su toma de decisiones... aunque piensen lo contrario de sí mismos.

Veo en la web de la intitulada como coach que tiene un título californiano de facilitadora. No sé lo que es eso, pero siento que cuando hay tanto intermediario entre tú y tu vida, y que esos intermediarios están peor que tú quizás es el momento de que hagamos lo que Marina: eliminar lo de en medio y entrar en nuestras circunstancias directamente a matar. Ser tu propio coach no es ninguna locura; que lo sea un desequilibrado sí lo es. Creo.Y de todas maneras, tomar las propias decisiones y empezar a actuar en consecuencia no puede ser malo. Nos podemos equivocar, claro; pero sería muy raro que por ellos nos muriéramos, nos mataran o dejara de querernos todo habitante de este planeta. Tampoco por ello nos quedaremos en la lista negra universal de "No darle jamás trabajo a esta persona en ninguna parte del mundo en ninguna profesión; es humana y mete la pata".

Si Prometeo mantuvo el tipo un tiempo [hasta que nació Hércules, creció (superando su infancia, que es un puntazo) se hizo adulto y héroe y luego lo liberó] mientras un águila le comía los higadillos a diario, estoy segura de que cualquiera de nosotros podemos también aguantar hasta que nos aburramos de que  nos coman los higadillos de la manera que sea y decidamos liberarnos de esos supuestos grilletes irrompibles y vínculos de acero. En la mayoría de las ocasiones, si no siempre, sin necesidad de ningún Hércules que valga. Vaaaaaaaleeee, ya sé que Prometeo era un dios titán.

Pero, aunque no lo creamos aún, nosotros también lo somos. 

Se vive viviendo, no consultando. Y si tenemos que consultar en alguna ocasión, hagámoslo; pero por diosssss, que nuestro Hércules tenga un título profesional adecuado.

Tiro los tallarines a la basura. No sé si se han desinflado por nuestra conversación o porque han pasado mucho tiempo de más en agua y aceite. Posiblemente por ambos motivos.

Están tan blandos que podría utilizarlos de engrudo para manualidades escolares pasándolo por la batidora. Pero esta masuja informe no serviría ni para eso: ha pasado en remojo tanto tiempo de más que se ha liberado de todo su almidón.

Pongo a remojo otra tanda; esta vez estaré al quite en cuanto a tiempos (reales y contemporáneos). Llame quien llame; quiero comer antes de las seis de la tarde.

En fin.





P.S. DAVIIIIIIIDDDDDDD: Veo que Esquilo tenía la misma afición que yo: muchas comas justo delante de la “y”... Gracias por tu comprensión y manga ancha con eso en los cursos que hacíamos Marina y yo contigo :))) [No me oye, Marina]