sábado, 29 de agosto de 2015

Cómo ser feliz ahora mismo: algunas instrucciones sensatas.

El verdadero secreto de la felicidad depende de tomar
un interés genuino en todos los detalles de tu vida diaria.
William Morris



Cómo ser feliz ahora, y a ser posible para siempre, es la búsqueda universal, el santo grial que todos andamos persiguiendo. Lo que se puede afirmar que es el objetivo común a todos los humanos. Y, mira por dónde, puede que encontrarlo sea mucho más sencillo de lo que piensas.

Gabrielle Bernstein es una joven coach, autora y conferenciante norteamericana que habla, vive y actúa para ser más feliz. Aunque ella lo hace desde el punto de vista metafísico que enseña el libro “Un Curso de Milagros” todo lo que dice es muy sensato y sirve para cualquiera, sea ese cualquiera buscador espiritual o no, sea o no sea creyente en cualquiera de las múltiples religiones que existen a todo lo largo y ancho de este mundo. Para que nos sirva este camino que propone Gabrielle sólo tenemos que tener en común una cosa con el resto de los interesados: querer ser feliz y estar buscando cómo conseguirlo de forma sostenida y sostenible.

Los seis principios básicos que ella propone para la consecución de una alegría ―o felicidad― sostenible son muy sencillos, de los que ya hemos hablado y posiblemente seguiremos hablando con diferentes palabras. Y son éstos:

  • Sé amable contigo mismo. “En muchas ocasiones el más intimidatorio de los matones de tu vida eres tú mismo”, dice Bernstein. “Cada pensamiento es una afirmación siempre, ya sea una que te eleva y te anima o una que te golpea derribándote. Tus pensamientos hablan más alto que las palabras, y deberías usarlos sabiamente". ¿Y qué es lo más importante que debemos vigilar y/o evitar? Los pensamientos negativos que te repites una y otra vez en tu cabeza; esa historia de desastres y posibles horrores, fracasos y desengaños que te cuentas a diario, a veces incluso sin ser consciente de ellos. Cambia la historia en tu cabeza y cambiará la historia de tu vida. Piensa en lo que quieres, deseas, amas, te gusta, te da placer. Desecha el resto sin contemplaciones. 
  • Deja de aferrarte a la televisión como si fuera un salvavidas. Podemos malgastar horas pegados a la tele, sin enterarnos realmente de lo que pasa en ella, en lugar de utilizar ese tiempo en proyectos creativos. Bernstein sugiere tomarse un respiro sin televisión y reemplazarlo con algo más inspirador. “Ve a dar paseos por tu barrio, escribe en tu diario, lee un nuevo libro o intenta establecer una rutina de ejercicio que te motive”. El propósito de este punto: recuperar esas horas perdidas tirado frente a la tele o el ordenador y sentirte estimulado de otras maneras más inspiradoras, de forma que al final te sientas feliz y más satisfecha haciendo cosas que te están beneficiando también a largo plazo. “Las aficiones creativas te sacan de tus patrones diarios y encienden tu espíritu interior que es, por naturaleza, juguetón y curioso”, explica Bernstein. Y continúa diciendo: “Te sorprenderá que el tiempo que pases creativamente eleva tu nivel de felicidad y te da más energía para las otras áreas de tu vida”. (Y a pesar de todo, te diré que muchos de mis ratos felicísimos son los que paso ante la tele, con mis hijas, viendo Love Actually, Muerte en el Paraíso o las películas de misterio de los domingos por la tarde.... ¡todas seguidas! Que tampoco hay que exagerar... :-D. Pero eso sí: elige cuidadosamente lo que ves). 
  • Haz que el tiempo sea tuyo. “En lugar de leer tu email mientras estás en la mani-pedi, escucha una meditación guiada o prueba una técnica fácil de respiración relajante: “Inhala durante cinco segundos, retén tu respiración durante cinco segundos y exhala durante cinco segundos”. Esta técnica de respiración te hace bajar el ritmo y centrarte, que es lo que en realidad te importa. O puedes incluso usar ese tiempo en escribir tus pensamientos o sueños, pero no lo utilices para crear tus listas de cosas pendientes de hacer. :-) 
  • Comienza tu día de forma positiva. ¿Y esto qué no significa?. Tirarte al móvil nada más levantarte. Ya que la mayoría de nosotros utilizamos nuestro móvil como despertador, es muy fácil deslizarse a Twitter, Facebook o Instagram tan pronto como abrimos los ojos. . “Establece al menos un minuto de quietud nada más despertar y recita una afirmación positiva (un deseo, una intención, un agradecimiento…) como por ejemplo hoy voy a respetarme a mí mismo”, nos sugiere Bernstein, que ha creado una aplicación de despertador para móviles, Spirit Junkie. La idea es simple pero poderosa, al decir de esta joven feliz. “Cada mañana, cuando tu alarma del móvil suene, un mensaje positivo mío aparecerá en tu pantalla, de manera que puedas empezar tu día con una actitud confiada”. Siempre es mejor desintoxicarte a primera hora, antes de que el caos inunde tu día. 
  • Ten una cita contigo mismo una vez a la semana (y esto lo aconsejan todos los buscadores de felicidad, inspiración y calma). Es un hábito poderoso que te conviene crear a principios de año, ya que te compromete a dedicarte a ti mismo tiempo de gran calidad. En ese tiempo tuyo haz lo que de verdad te guste y te haga feliz; de esta manera, te sentirás cuidado y atendido de forma regular . Ya sea una clase de yoga, visitar el museo de tu pueblo o ciudad, un taller de arte, una buena comida en tu café favorito, un paseo por el parque escuchando tu música preferida o ir al cine sin compañía. Una cita contigo mismo te dará una sorprendente recarga de energía positiva y te hará sentir muy bien. 
  • Di no con amor, nos aconseja. “Es muy fácil dejarse atrapar por un comportamiento que complazca a otros, lo que inevitablemente acaba en un estallido de malestar resentido contigo mismo y con el prójimo. Pero si comienzas a decir no de forma amable desde el principio, eso lo cambia todo. ¿Qué significa decir no con amor? “En lugar de sentirte frustrado y enfadarte por no poder hacerlo todo, explica por qué esa tarea en particular es demasiado para ti. De esa manera, tú y la otra persona creáis un diálogo y la culpa desaparece de la ecuación (al menos la tuya, que es la que te importa). “Confía en que cuanto más honres tus propias necesidades, más energía tendrás para apoyar a otros”, nos asegura Gabrielle. 
Yo a este último punto lo llamo mantener abierto el corazón de par en par mientras cierras la puerta con firmeza.

Y no olvides mi receta básica favorita: Cada día, haz algo por tí mismo, algo por tu casa y algo por otro (no necesariamente lo que te pidan :-D).

Créeme, da resultado.

¡¡¡Feliz finde!!!




viernes, 21 de agosto de 2015

La felicidad como energía sostenible

No importan los años de tu vida; importa la vida de tus años
(Anónimo. Creo.)


Para mí, el éxito es disfrutar saludablemente de tu vida, haciendo lo que te dé la gana lo mejor que sepas, con pasión y convicción, en la certeza de que todo lo bueno que esperas llega (salgas o no en las páginas económicas y de sociedad de prensas verdes o amarillas), incluidos los millones y la buena salud si estas cosas están entre tus objetivos "de corazón" (muchas veces creemos que queremos algo pero no es así; lo que deseamos es la sensación que creemos que todo eso nos proporcionaría).

Fotografía de Rober Garrido Vázquez
Aclarado esto, seguimos a lo nuestro: la felicidad, ah ah ah ah. Que te recuerdo no es un destino definitivo donde te quedas a vivir un día determinado sino un objetivo y, a la vez, el camino de por vida que has decidido seguir para llegar al objetivo. Juas.


* * *


La energía sostenible es aquella capaz de satisfacer las necesidades presentes de nuestra sociedad sin comprometer los recursos y capacidades de las futuras generaciones. Esta energía está compuesta (otra vez la ecuación) de varias energías limpias alternativas como son la energía solar, térmica, hidroeléctrica, solar fotovoltaica, eólica, geotérmica, bioenergía, energía de fusión y otras más que no sé pronunciar).

Para llegar a una economía sostenible -energéticamente hablando- no tenemos más remedio que seguir un camino sensato: una reducción real del consumo de energía manteniendo los mismos servicios energéticos que ya tenemos,  y en el que la calidad de vida ha de ser la misma o mayor de la que ya disfrutamos. La contaminación debe reducirse así como el precio que pagamos por la energía que utilizamos, y la vida de los recursos disponibles ha de alargarse reduciendo, en el camino, el conflicto que todo este lío pudiera provocar. Complicado, pero posible.

Como particulares, podemos empujar el avance hacia ese objetivo utilizando las técnicas de eficiencia energética que están en nuestra mano (y Dios quiera que los gobiernos hagan su parte, amén), técnicas que deberían ser integradas en la sociedad la cual, de ningún modo, debería sufrir declives no razonables de los recursos o estabilidad social ni permitir daños significativos a los sistemas naturales. O sea, todo lo que todavía no estamos haciendo (aunque ya lo vemos como algo muy romántico, y eso es un paso :-D). 

Muchos hemos empezado a, por ejemplo, ahorrar en electricidad en casa y en la oficina porque nos parece un escándalo el incremento salvaje (más del 40%) que ha sufrido nuestra factura en los últimos años (justo ahora que nos viene refatal por la crisis... Sigue todo conectado). Tenemos al alcance de la mano información y consejos para que podamos reducir esa factura, por ejemplo, tomando medidas caseras de ahorro muy efectivas (utilizar bombillas de bajo consumo y reguladores de intensidad de luz en lugar de las bombillas incandescentes y los interruptores normalitos de toda la vida; apagar las luces en las habitaciones vacías; configurar nuestros televisores y ordenadores con la opción de bajo consumo; elegir electrodomésticos etiquetados como energía AAA o por lo menos A+, que son los más eficientes gastando menos; cambiando nuestra tarifa eléctrica ordinaria por una nocturna, etc.). 

Para mejorar nuestra calidad de vida y la vida de nuestro planeta (que supongo está pensando seriamente en divorciarse de nosotros y entonces ya nada estaría conectado) podemos dar unos cuantos y no tan complicados pasos, casi todos gratis y todos ellos beneficiosos. Se trata, sencillamente, de prestar atención y cambiar algunos de nuestros hábitos (no es tan terrible poner el lavaplatos a las once de la noche o la calefacción a 20-21 grados en vez de a 40, lo juro). 

* * *

La felicidad es otra energía sostenible capaz de satisfacer nuestras más básicas necesidades y cumplir nuestras más locas expectativas en cuanto a tener una buena vida. Además, es una energía muy agradecida pues nos sostiene en un punto perfecto de salud, contento y actitud sensata (no sé por qué los pesimistas se han apropiado la idea de ser los únicos realistas del planeta). ¿Por qué va a ser más verdad una catástrofe (un divorcio, una pérdida de trabajo, que tu caballo se rompa una pata) que un cambio? El divorcio puede significar tu libertad o que encuentres a un ovejero sueco; una pérdida de trabajo puede significar la oportunidad de hacer lo que siempre quisiste hacer, y que tu caballo se rompa una pata puede significar que no tengas que ir a la guerra porque exigen que vayas con caballo y sin él no vales para luchar :-D. Todo depende del punto de vista, en realidad. 

Una actitud negativa es también energía, sin duda, pero de la que merma tus recursos y los malgasta: se los come sin renovarlos, te mantiene en vilo sin necesidad real de ello, perjudica la salud (el estrés agudo provoca un sinnúmero de siniestros personales y laborales), te hace criticón y te pone a la defensiva sin haber sufrido ataque alguno, siempre piensas que alguien te debe algo (normalmente, el mundo entero) y, con ello, te sientes indefenso, frustrado y de mala hostia. Es muy difícil vivir feliz pensando que el mundo está equivocado, y saber que no va a adoptar tu sensato punto de vista puede provocar mucha frustración y desencanto en la especie elegida.

La mala noticia es que el mundo es como es y seguirá girando contigo o sin ti, te guste o no esta espeluznante e insensata idea. 

La sostenibilidad de tu alegría, como la de cualquier otra energía, pasa también por elegir un camino sensato; hacer algunos cambios en tus rutinas y adquirir nuevos hábitos (los que te convengan y convenzan). Pongo aquí una lista de algunas propuestas -unas propias y otras ajenas- que te servirán al menos para encontrar las tuyas, al estilo de: "Uy, pues a mi no me gusta nada bailar, prefiero hornear pan"... 
  • Pasear media hora sola por la playa o por tu barrio prestando atención a lo que ves (te sorprenderá lo que hay) 
  • Ducharte a oscuras (experiencia inenarrable; no lo hagas si tienes bañera de esas que escurren) 
  • Escribir sobre cinco vidas distintas que escogerías si te dieran a elegir (con todo detalle) 
  • Observar a la gente e inventarte la historia de sus vidas (esta es buenísima) 
  • Andar descalza por la playa 
  • Bailar a solas música loca 
  • Apuntar durante un mes -cada día- todo lo que has hecho bien (crea adicción) 
  • Cantar cuando no te oye nadie (o a salvo con seres de tu total confianza, que suelen cantar igual de mal que tú). Con micrófono :-D (espero cada año con ansia la Nochevieja por el karaoke familiar) 
  • Comer chocolate sin culpa (máximo una tableta; recuerda que luego eso se posa elegantemente en tus caderas) 
  • Leer (si te gusta) un día entero sin parar, tumbada en el sofá (en invierno, tapada con tu manta favorita) 
  • Cocinar (si te gusta) un plato difícil; puede que te salga bien, ¡qué intriga! 
  • Poner en orden (¡por fin!) tu álbum de fotos 
  • Una clase de italiano en el ordenador con Duolingo (aplicación de Google) pronunciando las palabras que te enseñan en voz alta (esta es genial) 
  • Un baño de espuma y aceite (aunque sea de oliva) 
  • Una charla con un/a buen amigo/a ante los restos de un buen postre 
  • Aprender algo nuevo (interesante, claro) 
  • Evocar momentos divertidos o felices (mientras colocas las fotos, por ejemplo) 
  • Leer con tus hijos Manolito Gafotas en voz alta (la risa está garantizada) 
  • Pescar salmón en Yemen y luego soltar el pez (sin ahumarlo). 
  • Haz acto de presencia - escucha - procura reír.
Y hay muchas más, pero aquí no caben.

La idea es que, quizás por comparación, se te ocurran otras técnicas particulares. Deja el ordenador y haz tu lista ahora. Luego, deja la lista y empieza a probar.

¡Feliz viernes!

Recordatorio del día: La mejor manera de vengarte de tu enemigo es vivir la mar de bien.

martes, 18 de agosto de 2015

Las siete vidas del gato (y mías)

El trabajo físico, más allá de ciertos límites, es una tortura atroz.
Bertrand Russell, La conquista de la felicidad


Me encanta mi vida, pero quiero tener más cosas, más experiencias, más casas, más, más... Pero me falta el tiempo y el don de la ubicuidad. En realidad, lo quiero TODO pero entiendo que tengo que ponerme un límite; por motivos prácticos más que nada.

Una de las cosas que siempre he querido tener: muchas vidas, como los gatos; entiendo que en una no me cabe todo. Y las quiero no una detrás de otra -eso, aparentemente, no está en mi mano- sino todas a la vez. Creía que eso no era posible, pero estaba equivocada.

Un día encontré la manera de vivirlas sin problemas y sin tener siquiera que molestarme en abrir un libro donde contasen la vida de otro...  Sólo tengo que cerrar los ojos y... Ahora soy un científico famoso del siglo XIX que descubrió una rarísima mariposa en la Polinesia; un cantante de rock de mediados del siglo XX, melenudo y que esnifa coca antes de salir a un iluminado escenario donde sus miles de fans gritan enloquecidos cuando aparece; el alter ego de Agatha Christie (con todas sus casas y algunas más); una escritora anónima que hereda de carambola un cottage en una isla caribeña, junto con un Cadillac dorado y una vieja bicicleta verde; una actriz inglesa de teatro de culto (signifique eso lo que signifique), un artista polifacético amancebado con una Médici (y también soy esa Médici :-D)...

*   *   *   *

Antigua y Barbuda es un país que está compuesto por treinta y siete islas, parte de las Antillas Menores, situadas entre el mar Caribe y el Océano Atlántico.

Este encantador y pequeño archipiélago, también llamado Tierra de las 365 playas, tiene una superficie total de 443 kilómetros cuadrados, y una población de 82.000 habitantes, el 90% de ellos de ascendencia africana (de cuando los esclavos fueron importados por los colonos ingleses para trabajar los campos de azúcar), con otra pequeña parte de mulatos, mestizos, raza blanca (poca) y judíos sefarditas (poquísimos). Solo sus dos islas mayores, Antigua y Barbuda, están habitadas (por humanos, que bichos hay un montón). Hay registros de haber estado habitadas ya hacia el año 2400 a.C. y sus primeros habitantes, los Siboneys (palabra arawak que significa gente de piedra) dejaron un bello legado en forma de herramientas, que fabricaron en piedra y concha. Mucho después de que los Siboneys desaparecieran (emigraron), llegaron a las islas los arawaks, amerindios provenientes de la parte sur del río Orinoco que se dedicaban al pastoreo y la agricultura. Los arawaks introdujeron en las islas, entre otros cultivos, la famosa Piña Negra de Antigua. Hacia el año  1100 a.C. muchos de los arawaks migraron y los pocos que quedaron fueron eliminados por los agresivos caribes, que conquistaron a su manera -muy bestia- casi todo el mar que hoy lleva su nombre. 

Y se quedaron con las islas. Y se comieron a unos cuantos, porque eran caníbales. ¡Hala, adiós, arawak culture! Después de tantos años, os quedáis sin casa y sin tierras... (¿Por qué todo el mundo hablará tan mal de los caribesssss?)

En su segundo viaje al Caribe, en 1493, Cristóbal Colón vio la isla principal de pasada, la bautizó con el nombre de Santa María la Antigua en honor de la milagrosa virgen sevillana y siguió su camino hacia donde fuera. Los europeos no se establecieron allí, sin embargo, hasta un siglo después debido, principalmente, a la falta de agua dulce en las islas y la determinación y la resistencia de los caribes a que les quitaran lo que ellos habían robado antes. (¡Qué tíos, oye!). Finalmente, en 1632, un grupo de ingleses provenientes de St. Kitts pudieron establecerse allí sin problemas de forma exitosa. Y en 1684, con la llegada de Lord Codrington (que da nombre a la capital de Barbuda), y de su mano, Antigua entró en la era del azúcar. Los nobles ingleses arrasaron las islas (las dos principales que dan nombre al país), repartiéndoselas entre unos cuantos y montando plantaciones de azúcar a tutiplen, con esclavos que se trajeron del norte de África para que se las cultivaran. Las islas florecieron en todos los sentidos, y los ingleses dueños de las plantaciones florecieron mucho más.

A finales del siglo XVIII, Antigua era un importante puerto estratégico así como una valiosa colonia comercial para los ingleses. En 1784, Nelson llegó a la cabeza del Escuadrón de las Islas Leeward, pero no fué muy bien recibido. Se pasó casi todo el tiempo que anduvo por allí en un cuartel que montó en su barco y, después de construir facilidades navales (con su nombre), se fue horripilado de las islas llamándolas lugar vil y asqueroso agujero, con lo que no me extraña que se pusiera a todos los isleños en su contra. Este Nelson... ¡Que poca diplomacia y qué falta de elegancia, diossssss! Además, es mentira, no hay más que mirar las fotos.

Todo se paga en esta vida y resulta que a los caribes también les llegó. Fueron eliminados en casi su totalidad  por un enemigo que no esperaban: las enfermedades europeas y africanas, la malnutrición y la esclavitud acabaron con la población nativa caribeña de estas maravillosas islas (aunque ningún científico actual se atreve a jurar que estas causas fueran la razón real de esta muerte de masas.

Se dice que los españoles no colonizaron Antigua y Barbuda por su falta de agua dulce y su sobra de caribes agresivos y caníbales. ¿Fueron unos caguetas? I wonder. Pero indudablemente perdieron su oportunidad de hacerse con unas tierras preciosas allende los mares.

En 1967, las islas se convirtieron en un Estado Asociado de la Commonwealth y en 1981 consiguieron la independencia total de los ingleses, aunque siguen perteneciendo a la asociación británica comunitaria y Elizabeth II es la primera reina de Antigua y Barbuda. Actualmente, Antigua y Barbuda viven principalísimamente del turismo, casi nada del azúcar, y algo del alquiler que les paga EE.UU. de América por mantener allí un punto militar estratégico. La lengua oficial es el inglés, aunque aún muchos nativos hablan criollo antiguo.

*   *   *   *

Y una de mis vidas, discurre en estos parajes... Concretamente en Barbuda.

"... He salido a por el correo esta mañana por pura rutina, aunque no sé para qué. Hace ya años que en el correo solo encuentro publicidad de presión --para que me cambie a otra compañía de telefonía móvil--, extractos bancarios tristísimos y algún que otro libro de Amazon que pedí anteayer.

Y a pesar de ello no desaparece, por lo visto, mi esperanza de encontrar un día un sobre de esos antiguos de Correo Aéreo, alargado y ligero, en horizontal, y bordeado de franjitas azules y rojas. Quizás llegue con un sello exótico en el que aparece un ave del paraíso de plumaje imposible y elegante pico naranja. Quizás venga de Trinidad, o de Antigua, o desde alguna otra isla que no conozco y solo puedo atinar a soñar. Quizás llegue con buenas noticias...

Un tío-abuelo del que nunca había oído hablar ha fallecido. Emigró allí en su temprana juventud y se hizo billonario con la caña de azúcar, o quizás con el ron. Le ha dejado todo a sus hijos y nietos, como es natural. Todo menos la primera casa que se construyó allí con sus primeros jornales, trabajando por cuenta ajena.

El tío-abuelo Emilio decidió instalarse en Barbuda, en la parte sur de la isla, donde empezó trabajando para un lord inglés que no atendía su patrimonio tan bien como atendía a sus amantes (entre ellos el juego y el ron). Enseguida hizo carrera y llegó a capataz, convirtiéndose en el hombre de confianza del noble.

La casa que se construyó en cuanto tuvo dos duros está a la orilla del mar (no existía entonces ninguna antipática ley de costas), la rodeó de palmeras verdes e hibiscos rojo sangre y plantó una buganvilla blanca que -según sus planes- trepó el porche con el tiempo y ahora le da sombra.

Y esa casa, me dicen unos primos que no conozco, me la ha dejado su padre a mi. Pero me la ha dejado con la condición de que pase allí al menos seis meses al año...

En la lectura del testamento, el notario me entrega tres fotos de la casa. En una de ellas se ve la casa de frente. Es una de esas casas que parecen de cuento, como las que hacen los ingleses o los suecos por Navidad, una casita de jengibre.

Es una casa de adobe (sea eso lo que sea) pintada de blanco y con el tejado rojo brillante. Tiene las ventanas y las contraventanas de madera, pintadas de naranja fuerte; la madera del porche está pintada de verde, del mismo verde casi que las hojas de la palmera que se mece con la brisa del mar y que le da sombra a la izquierda. El porche da a un jardincito donde la hierba está un poco descuidada,pero crece sana y sin calvas.

Aquí y allá matojos de flores que desconozco, de grandes pétalos y colores enredados, crecen alegremente sin fajas ni arandelas que sujeten erguidos. Entre esos ramos de flores, un caminito hecho con rodajas de árbol lleva hasta la cancela desconchada y sigue hasta el mar...

En la segunda foto que miro aparece lo que debe ser el patio de atrás. Es pequeño y alargado, y la parte que pega a la casa está techado de una especie de brezo muy oscuro y espeso (igual es brezo). Bajo el brezo, una mesa de madera grisácea y unas sillas que no conjuntan parecen esperar a alguien que se sienta allí a diario a comer o a tomar el té...

En la última foto se ve un lateral de la casa del que sale un techado como el del patio de atrás, sostenido por unos troncos que parecen de algo que no fueron palmeras. O alguien se molestó en pelarlas y pulirlas antes de convertirlas en vigas. El techado mantiene a la sombra un par de viejas bicicletas verdes y un más viejo todavía Cadillac dorado y polvoriento.

Las bicicletas tienen que ser rojas, pienso de forma automática mirando la foto. Y los Cadillacs viejos son blancos. Decido pintar las dos cosas en cuanto llegue. 

Porque desde luego que acepto mi legado y la condición que pone el tío Emilio, faltaría más.

Y antes de darme cuenta, ya he tomado posesión de mi casa de jengibre y he pintado el viejo Caddy y mis bicicletas.

Por la tarde instalo mi máquina de escribir en el porche, mirando al mar y a los matojos de flores, y me siento allí con un té helado --de hibisco--, que me acaba de preparar Sabine, mi nueva cocinera mestiza.

-El té es un obsequio de bienvenida de su vecina, la señora Elenjélen -me dice poniendo el té en la mesa.

¿Elenjélen será nombre o apellido?

Paso allí la tarde, sin pulsar ni una tecla, en el porche de mi casa de adobe (sea eso lo que sea), mirando el mar a través de mi jardín. He repintado también la vallita y la cancela de blanco, aquí me cunde mucho más el tiempo. Y mañana empezaré a pensar en plantar otra buganvilla -esta rojo fuego y de flor doble- y quizás poner un parterre de hierbas aromáticas a la puerta de la cocina..."

Paso unas tardes estupendas en el porche de mi casita en Barbuda, a las afueras de un pueblo que quizás se llame La Chantalle, o La Moyenne...

*     *     *

La ventaja de la imaginación es que me traslado de continente en cuanto lo pienso y nunca estoy cansada después del viaje: no registro los cambios horarios en el sueño ni tengo que comer a mis horas y a las del país a donde voy, inconvenientes de la vida real que siempre acaban pagando mis caderas.

En esas vidas no como ni duermo ni voy al toilet. En cuanto añoro mi loft en Nueva York o mi casa de Princes Street en Edimburgo, me puedo trasladar allí ipso facto desde Barbuda o Papeete sin necesidad de hacer reservas, preparar maletas, facturar, ser revisada de arriba abajo con aparatos que seguro emiten radiaciones malignas, renovar pasaporte cuando me viene peor, llevar agendas locas o arruinarme la vida y el bolsillo en billetes de primera clase (en mis otras vidas no existe la clase turista en ningún aspecto de mi vida). Tampoco tengo que lidiar con la adolescencia de los hijos, las fracturas de caderas de los padres ni las discusiones con uno o varios maridos. No tengo que contratar alarmas contra ladrones y asesinos porque en una de esas vidas el psicópata soy yo (siglo XVII en Edimburgo) y me las sé todas.

Este ejercicio de desbloqueo creativo (que es lo que en realidad es) te hace pasar muchísimos buenos ratos sin tener que plantearte si será bueno o malo para tus hijos, tu profesión o tu matrimonio, sin sentirte culpable por viajar siempre en primera o coleccionar viviendas como si fueran conchas marinas... Nada; en cuestión de desventajas no tiene ni una.

La imaginación al poder; no recuerdo quién lo dijo, pero ¡cuánta razón llevaba!

¿Qué otras cinco o seis vidas te gustaría vivir? Coge un papel y un boli y haz la lista. Luego, elige la que más te atraiga en ese momento y diséñala. No hay limite de dinero, tiempo, espacio, etc. Regodéate en los detalles, grandes  y pequeños, que adornan esa otra vida que estás diseñando. Busca fotos, recórtalas y haz un collage de esa vida. Vive un rato en ella de vez en cuando o a diario, como prefieras. Otra gente medita, reza, o hace yoga para recomponerse... ¿Por qué no vas tú a poder vivir en una pagoda japonesa una tarde? ¿O presentarte a un concurso de bailes de salón y ganar?

Además de egoísta soy bastante perezosa, y como vivir otras vidas mías no requiere ningún esfuerzo físico que me agote, esta actividad me encanta; estar sudorosa y sin aliento no es parte de mi felicidad. No me produce satisfacción, no me siento más realizada ni mejor persona; solo me pone de mal humor.

Y, lo mejor: este ejercicio tiene un tremendo poder terapéutico para ponerte de buen humor y alegrarte el día. Escribiendo este artículo he vuelto a sorprenderme cuando he encontrado en el buzón una carta que no era de Movistar, he sentido de nuevo la pena (muy poca) por la muerte del tío Emilio y el alegrón por la herencia ha vuelto a ser de aúpa. He vuelto a quedarme sin aliento al ver por primera vez mi casita de Barbuda desde el otro lado de la valla; de nuevo sin respiración cuando he vuelto a ver el mar desde el porche. Por no hablar del aroma del té de hibisco rojo sangre que no me he tenido que preparar yo (para variar)... Vamos, que me he quedado lista para el resto del día.

Creo que la imaginación es una herramienta fundamental en el asunto de nuestra felicidad. No solo por la posibilidad que te ofrece de vivir esas otras vidas ilusorias que te alegran el día, sino porque te brinda la oportunidad de vivir esta vida real de forma mucho más satisfactoria. Y la satisfacción es un punto básico en el esqueleto de nuestra felicidad.

Y hay muchas formas de utilizar la imaginación. No dejes de probar cuáles son las más adecuadas para ti.










viernes, 14 de agosto de 2015

Piense y hágase rico

Se ha extraído mucho más oro de los pensamientos de los hombres
que de la tierra (Napoleón Hill)


Nacido en 1883 en una cabaña a la orilla del River Pound (Virginia, USA) en la más tristísima pobreza, a los diez años perdió a su madre y dos años después su padre volvió a casarse. Se convirtió entonces en un chico furioso y muy rebelde pero llegó a ser un hombre increíble. Está considerado a día de hoy como el personaje más influyente de la historia en haber llevado a cientos de miles de personas al éxito personal y financiero.

Napoleón Hill comenzó a escribir a los trece años para pequeños periódicos locales de su zona y con esos escasos ingresos se pagó los estudios de derecho; trabajó como periodista y abogado de éxito y todavía joven llegó a convertirse en el hombre más amado y respetado de todos los autores motivacionales de su época. Luchando contra todo tipo de desventajas y presiones, Hill dedicó más de 25 años de su vida a definir las razones por las que tanta gente fallaba a la hora de alcanzar el verdadero éxito financiero y la felicidad en sus vidas. Su filosofía, plasmada en su libro Piense y hágase rico ha ayudado a millones de personas y ha sido fundamental en las vidas de mucha gente de éxito. Sus 87 años de vida -desde los 13, todos ellos en activo- son considerados como los más fructíferos de toda la historia moderna.

Su vida cambió para mejor todavía cuando tuvo la oportunidad única de entrevistar al magnate del acero Andrew Carnegie (sí, sí, el del famoso Carnegie Hall neoyorkino y fundador de la U.S. Steel Company) quien, al ver el despabile de Hill, quiso llevar a cabo una idea que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo: Mr. Carnegie encargó a Hill que entrevistara a los 500 hombres más ricos de Norteamérica con el objeto de encontrar una fórmula del éxito que pudiera ser utilizada con efectividad por cualquier persona corriente y moliente. Pasmado por la propuesta, Hill cuenta que se asustó viéndose todas las pegas y obstáculos del asunto encima en una sola visión negrísima y... dijo que sí, que aceptaba el encargo.

Napoleón Hill entrevistó a todos los millonarios de Norteamérica conocidos por aquél entonces en el mundo de las finanzas y a otros hombres de éxito en otros y variados campos. Entre esos quinientos entrevistó a Thomas Edison (bombilla eléctrica, fonógrafo y miles de inventos más), Alexander Graham Bell (teléfono), Henry Ford (¿quién no lo conoce?), Elmer Gates (la espuma extinguefuegos y experto en el comportamiento de la mente), Charles Schwab (presidente a los 35 años de la U.S. Steel de Carnegie), Theodore Roosevelt (presidente del que luego fué asesor), George Eastman (fotografía), Woodrow Wilson (otro presi al que asesoró), John D. Rockefeller, F. Woolworth (grandes almacenes)... Y tras veinte años de entrevistar, clasificar, ordenar y sacar conclusiones publicó la fórmula del éxito en el libro Piense y hágase rico que, de inmediato, arrasó en ventas y le hizo multimillonario. Aún hoy el libro se sigue reeditando y publicando y tenemos la fórmula mágica para lograr cualquier cosa que deseemos en cualquier área de nuestra vida al alcance de la mano. Otro camino que lleva a Roma.

Los puntos básicos de su filosofía, probada y comprobada en sí mismo y en otros muchos son:
  • Todos los hombres a los que entrevistó Napoleón Hill tenían una cosa en común: antes de su éxito, estos personajes pensaban ya en sí mismos como poseedores de aquello que deseaban tan ardientemente conseguir ser, hacer o tener (en este caso concreto, dinerales a espuertas).
  • Todos se ceñían con firmeza a su objetivo y la persistencia era un mandato sine qua non.
  • Ninguno consideró nunca sus fracasos y/o errores como algo importante; para ellos era algo temporal, y había que cambiar de perspectiva, nunca de objetivo. Y todos aseguraron a Hill que la mejor forma de fracasar es creer en la posibilidad de fracasar.
  • Henry Ford le reveló un secreto: "Si cree que puede conseguirlo, tiene razón; si cree que  no puede hacerlo, también la tiene". Al parecer el éxito tiene un sentido del humor bastante peculiar y algo negro, y los aparentes fracasos son la semilla de los grandes éxitos... aunque al principio no lo parezcan ni de blas.
  • Ninguno de estos hombres sobresalientes se dejaron seducir por críticas ajenas (provinieran de familiares o desconocidos), intentos de soborno, chantajes, internamiento en psiquiátricos (los hubo por parte de familias del personaje en muchos casos), pues se guiaban exclusivamente por su sueño y/objetivo confiando exclusivamente en sí mismos y en que lo conseguirían antes o después (con la ayuda de Dios o sin ella :-D).
  • Casi el 98% de ellos fueron honestos consigo mismos en sus tratos con los demás y en los negocios (al menos, al principio :-), sin romper su propia ética en ningún momento. Según Napoleón Hill la deshonestidad es una vía directa y segura al fracaso antes o después. Ya lo leímos en la explicación de la Ley de Atracción de Abraham-Hicks: Un viaje accidentado nunca tiene un final feliz :-D.
  • El éxito a cualquier nivel tampoco requiere de estudios en escuelas de renombre (Edison fué a la escuela de su pueblo durante solo tres meses en su vida), ni enchufes, apadrinamientos, conexiones con el poder ni apellidos prestigiosos. El verdadero éxito sólo requiere un deseo bestia de algo concreto, que perseguirás con ahínco inquebrantable mientras llevas orejeras que no te dejarán ver otra cosa que tu objetivo final como deseo cumplido... hasta que lo cumplas, tardes lo que tardes en hacerlo.
  • No importa de qué tipo sea el objetivo: financiero, profesional, ser madre, cantante de blues, tener la plantación de mangos más productiva del Caribe o... tu propia felicidad.
De todos los puntos que ordenó y clasificó Hill como principalísimos en su filosofía, señaló dos fundamentales: el deseo ardiente de conseguirlo y la perseverancia. Y justo cuando yo me preguntaba si con eso se nace o se hace (porque en perseverancia no soy maestra), llego al punto de su libro en que resume los

Cuatro pasos muy sencillos hacia la perseverancia
  1. Un propósito definido y apoyado por el ardiente deseo de cumplirlo.
  2. Un plan definido expresado por acciones continuas (grandes o pequeñas pero sostenidas) hacia el objetivo.
  3. Ser irreductible en el propósito de alejar de nosotros todas las posibles influencias negativas, incluyendo sugerencias debilitantes y malajes por parte de parientes, amigos, conocidos y desconocidos o supuestos entendidos en el tema.
  4. Una alianza amistosa con una o más personas que nos estimulen a seguir adelante con el plan o propósito que tenemos en mente.
Hill consideraba que estos cuatro pasos son esenciales para alcanzar el éxito en cualquier área de la vida, y no hay más secreto. Declara que todo el propósito de los principios de su filosofía del éxito es capacitar a cualquier persona para dar esos pasos hasta que los mismos constituyan un hábito, una forma automática de pensar y actuar.

Ya vamos viendo que antiguos y modernos, herméticos o no, todos los gurús del éxito y la felicidad dicen lo mismo: el protagonista de la película eres tú; tú eres el guionista, el productor ejecutivo, el cámara, el director de casting encargado de escoger a los personajes secundarios; incluso el encargado de vestuario y ambientación de tu película eres tú.

¡Qué responsabilidad! ¿Querremos asumir ese costo y esfuerzo para alcanzar ese sueño que casi no nos deja dormir? ¿O elegiremos la vía cómoda y nos dejaremos arrastrar a la callada desesperación en la que se vive tan ricamente?

En fin, hay mucho que pensar. Sobre todo si queremos ser felices... y/o millonarios.

:-D :-D :-D

P.S. No olvidemos que cualquier deseo de nuestro corazón nos honra y nos hace crecer. 











jueves, 13 de agosto de 2015

Camino de perfección

De devociones absurdas y santos amargados líbranos, Señor
Teresa de Jesús



Perfección y nirvana... Uuummmm... El sueño de todo humano: la paz eterna en nuestra mente, la salud perpetua en nuestros cuerpos, nuestra alma gemela para siempre a nuestro lado, hijos que no dan la lata ni se hacen rebeldes, padres que a todo nos dicen que sí... El cielo en la tierra, ¿eh? Pienso con ansias en el nirvana, no lo voy a negar.

La mala noticia es que ambos conceptos, tal y como nos empeñamos en entenderlos y perseguirlos, son inexistentes, ya que son negaciones de nuestra condición de humanos; tengo que ser realista, me digo y me repito cuando me da por pensar en la perfección y su camino.

Me doy cuenta con horror de que como humanos estamos y estaremos por siempre jamás -dure lo que dure lo eterno- condenados a seguir deseando más y mejores cosas, para nosotros y nuestros semejantes, en un estado perpetuo de devenir, de "convertirnos en" algo mejor, una versión más grande y más completa de nosotros mismos, persiguiendo ese ideal por toda la eternidad. ¡Qué agobio!

Por otro lado, reflexiono, si existiera la perfección en el mundo según mis parámetros éste se pararía, no tendría más remedio; una vez perfecto y estando completo, sin nada que añadir y sin nada que falte, ¿para qué seguir girando? En ese caso perfecto y absoluto no existirían ni el infinito ni la eternidad, ya que ambos son conceptos que implican más y más y más aún: más grande, más amplio, mejor todavía, mucho peor, nuevo y viejo conviviendo, infinitas verdades e incontables mentiras... En el infinito y la eternidad cabe todo y seguirá cabiendo más y más por los siglos de los siglos, por muchos que pasen. Y, de momento, hasta la ciencia afirma que el universo es infinito.

Pienso en mis hijas y llego a la conclusión de que el universo es un poco como el amor de una madre: cuando tiene su primer hijo una madre piensa que nunca jamás podrá volver a amar algo tantísimo ni de la misma manera... Sólo para darse cuenta con el segundo de que sí es capaz de volver a amar de esa forma y de que ese nuevo amor no empequeñece el que siente por el primero, sino que ha hecho crecer su corazón donde cabe el segundo, y un tercero y un cuarto y... 

Así creo que es también el universo: expansivo, inclusivo, multíparo. Espero fervientemente que sea inabarcable, interminable... Infinito y eterno. Pero no perfecto, según mi idea particular de perfección.

Si el universo ya fuera perfecto y nosotros ya estuviésemos completos a nuestro parecer, ¿qué nos quedaría por hacer, sentir, planear, DESEAR? ¿Qué pasaría con nuestros anhelos personales? ¿Y con nuestros talentos únicos y particulares? ¿El amor y la ilusión serían una línea recta? Ya no me apasionaría la cocina, no podría colorear los cuadros que calco, no tendría mariposas en el estómago antes de escribir algo de lo que no estoy segura... Escribiría, cocinaría y colorearía sin pasión, sin tensión, sin sorpresas (diossssssss, ¡el mundo sin sorpresas!).

¿Sobre qué conversar en una comida de chicas? ¿Sobre qué escribir o qué plato nuevo inventar? ¿Qué retos les lanzaría a mis hijas? ¿Qué sería de mi amadísima y temida incertidumbre? ¿Qué emoción tendría mirar al mar cuando ando por la orilla al amanecer o por la tarde? ¿Qué sentiría al pasear el mercadillo de San José sabiendo que todo lo que hay allí es perfecto para cualquiera en lugar de genial para mí y esperando que no lo descubra otra antes que yo? ¿Qué talento podría ejercitar cuando se rompiera la cisterna de mi casa y no necesitara probar un llavero fucsia como tirador para que funcione mientras me llega el presupuesto para llamar a un fontanero decente? ¿A quién odiar si solo puedo amar? ¿A quién envidiar si soy tan perfecta como mi vecina? Por diosssssss.... ¿¿¿a quién criticar???

No haría falta hacer nada, ni aprender nada, innecesario leer o plantar el jardín; estaría fuera de lugar viajar, reunirse con amigos, celebrar la Navidad en familia porque, fuese como fuese nuestro día a día, sería perfecto. Daría lo mismo salir que no salir; hacer ejercicio que no; es cierto que la muerte de nuestros padres y amigos no nos produciría sufrimiento ni la adolescencia de nuestros hijos dolores de cabeza. No existirían los sentimientos ni las emociones, ni fuertes ni débiles, ni positivas ni negativas. Seríamos planos. Un alivio...

Pienso seriamente en la posibilidad de vivir en la perfección perpetua con todo ya logrado, conseguido, rematado, amado y cerrado y me viene a la cabeza la idea de maldición bíblica, el auténtico paraíso de Mark Twain y su Lucifer (¡tan saláoh!).

Si de verdad existiese esa posibilidad, y la perfección fuese una e incuestionable, dejaríamos de ser únicos; y no se me ocurre peor infierno que ese: todos iguales, sin nada más que hacer porque ya lo tenemos todo hecho. Uffffff... Ese paraíso de clones terminados, previsibles, de inacción y contemplación perpetuas, tocando el arpa y más nada... Ese horror para siempre jamás. 

Se me antoja la situación perfecta (y esta vez sí) del aburrimiento total, infinito, eterno que ¿sería de verdad un paraíso?

Bueno, dejemos de desbarrar con perfecciones imposibles e inexistentes y vayamos a lo práctico: viviré la mejor vida posible que esté dispuesta a vivir, como mejor sepa y pueda.

En realidad, el ideal con que soñamos no es una vida perfecta con el trabajo perfecto, tu alma gemela perfecta, unos hijos sanos y perfectos, disfrutando de una salud perfecta en tu casa perfecta. En realidad, lo que perseguimos es el sentimiento que creemos que sentiríamos teniendo todo eso, las sensaciones que asociamos a tener cualquier cosa que deseamos y que tiene ya otro (o eso creemos).

Y eso sí podemos conseguirlo; esa sensación está al alcance de la mano, ahí al ladito. Basta con que aceptemos alegremente la idea de que el mundo es como es: perfecto a su manera, incompleto casi siempre y fastidioso a veces. Igual que nosotros.

¿Me compensa perserguir el aburrimiento absoluto y celestial sabiendo que nunca llegará y que de esa forma sufriré -con toda seguridad- de frustración perpetua? ¿O prefiero arriesgarme a disfrutar y penar cocinando, amando y odiando, leyendo o escribiendo, aunque sea a partes iguales y también a perpetuidad? A lo mejor si soy lista, consigo penar y disfrutar en un porcentaje de, digamos, 20/80.  :))

Uuuummmm...

¿Tú qué piensas?

lunes, 10 de agosto de 2015

Nadar contra corriente es bueno... solo para tus músculos.

Verano, vacaciones... En agosto he decidido no pensar tanto en la felicidad y practicarla más. Mientras las releeo, re-publicaré las entradas del blog que más lecturas han tenido. Así repasamos... :))



Las cosas que más nos importan no deben depender nunca
de las cosas que nos importan menos
Goethe


Juan tenía 92 años cuando su esposa Esther, veinte años más joven que él, falleció. La muerte de Esther hizo necesario que Juan tuviera que ir a vivir a una residencia de ancianos pues el matrimonio no tenía hijos ni familia cercana.

Después de varias horas esperando en el pasillo de la residencia, a Juan se le comunicó que su habitación estaba lista. La enfermera encargada de llevarle hasta su nuevo cuarto le fue contando por el camino cómo era éste.

--¡Me encanta! --exclamó Juan con el entusiasmo de un niño de ocho años ante un nuevo juguete.

--¡Pero si aún no hemos llegado! Espere a verla... --le dijo sonriendo la enfermera.

--Eso no tiene nada que ver --replicó el anciano Juan--. La felicidad es algo que decido siempre con antelación. Si me gusta o no mi habitación no depende del color de las paredes o cómo están colocados los muebles. Depende de cómo coloco yo mi mente. ¡Y ya he decidido que me gusta mi nuevo cuarto!

La enferemera lo miró sonriendo, un poco extrañada. Pocos ancianos llegaban entusiasmados a la residencia. Observando su extrañeza, Juan le confió:

--Es una decisión que tomo cada mañana cuando me despierto. Puedo elegir entre pasarme el día en la cama enumerando las dificultades de casi todas las partes de mi cuerpo o salir de la cama y agradecer las que sí funcionan bien. Creo que cada día es un regalo para mi y, mientras sea capaz de abrir mis ojos, los enfocaré en el nuevo día y en todos los recuerdos felices que he ido almacenando a lo largo del camino...

(Anónimo)

*   *   *

Una persona como Juan es un regalo para el mundo, sin duda. 

El mayor regalo que podemos ofrecernos a nosotros mismos, a nuestra familia, amigos y al resto de la humanidad es apreciarnos lo suficiente como para decidir ser felices cada día. La gente feliz no empieza guerras. La gente feliz no hiere a otros ni abusa de ellos. La gente feliz no maltrata a aquellos sobre los que cree que tiene poder. La gente feliz no va por ahí causando dolor a troche y moche, queriendo o sin querer.

He decidido que quiero ser como el viejo Juan...